domingo, 21 de marzo de 2010

LA MAPUCHIZACIÓN DE LAS PAMPAS

LA ARAUCANIZACIÓN DE NUESTRAS PAMPAS


La historia de nuestro Tandil tiene además de los hombres por todos conocidos, otros que pertenecen al pasado más remoto y que es de aborígenes que habitaron este suelo, luego de haber desplazado a los pampas. Algunos adquirieron fama y llegaron hasta nosotros por sus hazañas o antihazañas.
En este artículo-seguramente polémico especialmente para quienes no comparten los términos- trataremos, apretadamente, de dar un panorama de lo que fue el proceso de araucanización de nuestra llanura pampeana y la consiguiente desaparición de los verdaderos antiguos habitantes-dueños de estas tierras.
En el tomo I de nuestra "Historias del Tandil", dimos a conocer el poblamiento más antiguo de la zona. Los estudios más recientes reafirman que pobladores provenientes de allende los Andes, del actual Chile más exactamente, invadieron nuestro territorio y paulatinamente fueron absorbiendo a las culturas originarias de estas llanuras, sobre cuya denominación hay varias teorías-posturas-denominaciones- pero que en definitiva se trató de aquellos que llegaron tempranamente del sur patagónico y aquí se instalaron como nómades con sus costumbres, su o sus lenguas y que estaban cuando vinieron los primeros españoles, en el siglo XVI. Son varios los autores que a ellos los denominaron pampas, pero que es abarcativo de varios otros, presentando prima facie una confusión en la que todavía no hay un acuerdo definitivo, al menos que nosotros conozcamos.
LOS PAMPAS
Vocablo de origen quechua que significa llanura, denominó a estos indígenas citados por varios de los viajeros y por los misioneros jesuitas desde el siglo XVII en adelante, que los encontraron en estas extensas tierras y más exactamente entre las sierras del Tandil y las de Ventania o Casuhati-en lengua pampa-como los aborígenes que las poblaban desde muy antiguo, denominados-según el autor- también como serranos y confundidos en algunos casos con nombres como los de borogas y otros.
Si nos atenemos a los valiosos estudios del más importante tehuelchista, Rodolfo Casamiquela, esta zona fue poblada tempranamente por los tehuelches septentrionales, también denominados guénaken o günuna -kena., conocidos posteriormente también como puelches, pero ya bajo dominación araucana, dado que el nombre en esa lengua significaba “habitantes o gente del este” (puel: este y che: gente). Misioneros jesuitas como Falkner, a mediados del siglo XVIII, los llamaron chechehet (Ver “Entre los Pampas de Buenos Aires”).
Lo cierto es que desde Sánchez Labrador en su Paraguay Cathólico y otros misioneros contemporáneos suyos, los pampas aparecen como los pobladores indiscutidos de esta zona. Ya el padre Ovalle (1643) citaba a los pampas y algunas de sus costumbres y hasta sus armas: boleadoras, arco y flecha, describiéndolos además como grandes caminadores por sus características nómades, al igual que lo hicieron los padres Falkner y Lozano.
Algunos autores- incluidos locales- han insistido hasta el cansancio en ensalzar a los araucanos o mapuches, como los habitantes más importantes de nuestra zona, dejando de lado cómo fue que llegaron a dominar estos territorios y posteriormente imponer lo más destacado de cualquier conquista: su cultura y su lengua.
La más antigua referencia en la zona sobre relaciones entre pampas y araucanos la hizo Juan de Garay cuando en 1582 recorrió la zona bonaerense hasta lo que es hoy la actual Mar del Plata y dejó testimoniado el comercio de intercambio y si bien son muchos los autores que hablan de una gradual y pacífica dominación por parte de los araucanos- a los que luego y más recientemente, comenzó a denominarse mapuches ( gente de la tierra)-, los hay, en contraposición, quienes refieren sus cualidades guerreras y su apropiación de las tierras de la zona pampeana por vía de la conquista, posterior mestización con las mujeres pampas y la cuasi desaparición de los hombres de ese origen. .Lo cierto es que aquí quedó plasmado lo que en la historia universal se considera como el signo de la dominación total: la impronta de su cultura y especialmente de su lengua, y en ese sentido debemos aceptar que prácticamente casi todos los topónimos que hoy se usan son mapuches. De la lengua de los primitivos pobladores casi nada quedó, sólo algunas pocas palabras tales como: casu, cerro; gleter, padre; meme, madre; het, gente; kel, zorrino; chui, país; ya, cacique; tehuel, sur; auenk, lengua; yagep, agua; apubiuk, sol; atek, tierra; kua, yo y keman, tu, entre otras pocas.
Lo cierto es que en el siglo XVIII y más decididamente en el siguiente, fueron los absolutos dominadores de nuestras tierras hasta el oeste y norte patagónicos, llegando hasta las proximidades de la misma Buenos Aires.
Así las cosas, resulta difícil sostener que los primitivos habitantes de nuestras tierras fueron los araucanos-mapuches, cuando en realidad fueron-a la luz de los siglos-los recién llegados, casi como los blancos, con quienes se enfrentaron y se aliaron en vaivenes socio-políticos-militares. Fueron en realidad el último elemento indígena que se estableció en el país, en un proceso aún no acabadamente estudiado y sujeto a polémicas.
En estas consideraciones no faltan las posturas extremas de uno y otro lado y desde exaltar a Calfucurá como un genio estratega, en una sesgada visión de los malones-por ejemplo-a tratar de genocida a Roca, contra la posición de quienes sostienen que fue quien geopolíticamente actuó por razones de estado en la necesidad de preservar la Patagonia bajo soberanía argentina, ante la posibilidad cierta de su chilenización por arte del agresivo poblamiento araucano o chileno.
Un estudioso, científicamente el más importante, en materia de los aborígenes patagónicos, el ya citado Rodolfo Casamiquela, se ubica decididamente en esta tesitura, lo que le valió numerosos encontronazos con la dirigencia mapuche actual de la zona patagónica. En tanto, ideologizados autores como Osvaldo Bayer, quieren borrar de la historia a Roca, que no hizo sino cumplir con el mandato de la Ley Nº 215 .dictada por el Congreso Nacional de la República Argentina.
¿Cuál es la verdad?
Puede haber interpretaciones, visiones diferentes, lo que no puede haber en ciencias es dos verdades sobre un mismo tema. Como decía Unamuno “no me dividan la verdad”, verdad hay una sola….interpretaciones puede haber varias, sobre todo tratándose de ciencias sociales.
Casamiquela sostiene que: “Estudié y aprendí que primero vino el mundo tehuelche paleolítico, muy antiguo. Los antepasados de sus antepasados se remontan a 10 mil o 12 mil años atrás y evolucionan en la Patagonia. Mucho después de la llegada de los españoles, alrededor de 1600, el caballo permite que los tehuelches copen todo el ámbito pampeano y Neuquén. En esa misma época empieza la mapuchización”.
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Hubo un sincretismo religioso y. lo tehuelche se mapuchizó. Pero el mapuche como pueblo estaba del otro lado de la cordillera.”
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Por ello digo que acá no había ningún mapuche en 1865 y que recién llegaron en 1890, digo que es la historia, no la invento”.
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En 1960 como un homenaje, el Primer Congreso del Área Araucana Argentina propuso que a los araucanos se les dijera Mapuche como en Chile”
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”.Los primeros se radican en el centro de La Pampa en 1820 y en 1890, al sur del río Limay Negro, los primeros pobladores de origen chileno fueron los mapuches.”

Por su parte Martínez Sarasola sostiene que “…los araucanos acceden al poder de la zona pampeana por a) la extinción de los caciques tehuelches en La Pampa y Río Negro y b) las victorias militares, procesos que culminarán ya en el siglo XIX con la llegada de Calfucurá a Salinas Grandes ” que señalará le hegemonía definitiva de los araucanos
Norberto Ras va más atrás en el tiempo y recuerda los desastres ocasionados por los araucanos a los tehuelches entre fines del siglo XVIII y principios del XIX en Longuiñeo, Senguer y Piedra Sotel, que significó “la masacre de los tehuelches”, el mismo Ras señala que ya avanzado el siglo XIX, los araucanos se comportarían como verdaderos conquistadores culturales pero también por la vía de los hechos violentos. Habían pasado los tiempos del gran cacique Cacapol y de su hijo Cangapol o Cacique Bravo, citados por los misioneros jesuitas de la Reducción de Nuestra Señora del Pilar (en la actual Sierra de los Padres).
Más adelante, antes y después de la fundación de Bahía Blanca (1828), hubo otros caciques destacados de ese origen como Tretuel, Lepil, Curitripay y otros como Chanil, en el Río Colorado.
Los pampas y tehuelches que aún resistían caer bajo el dominio de los mapuches quedaron apresados entre éstos y los blancos, su ubicación en el sur bonaerense era muy expuesta y la disponibilidad de recursos comestibles y de .ropas era cada vez mas difícil de superar pasando periodos de francas hambrunas. La experiencia que tenían de muchos años sobre el tema les enseñaba que serían los más castigados. Seguramente en la tradición oral el recuerdo de caciques como Mayupilqui Ya, Yahati y otros era suficiente como para tenerlos sosegados.”- afirma Ras.
Por su parte, estudiosos como Julio Vezub (2005) y otros prestigiosos como Bechis, Boccara, Mandrini y Villar, sostienen que “...el proceso de construcción de una forma genérica de la identidad se remonta por lo menos al siglo XVIII. A principios del siglo XIX estaba consolidado en la Pampa y en el norte de la Patagonia, y pocas décadas después, siempre antes de las campañas militares, el mestizaje y la hibridación cultural alcanzaban la actual provincia de Chubut, fruto de los enfrentamientos por la territorialidad, la toma de cautivos, las alianzas cambiantes, el comercio de media y larga distancia, los canjes de mujeres y los matrimonios interétnicos con fines políticos”
La supremacía mapuche en todos estos hechos descriptos por Vezub, ponen de manifiesto la absorción de las etnias pampas hasta su casi desaparición.
Cuando en 1875 el recordado Perito Francisco P. Moreno afirmaba que en su recorrida por el norte patagónico, encontró grupos indígenas que hablaban una lengua que no era ni mapuche ni tehuelche y que le refirieron que sus antepasados habían habitado las sierras bonaerenses, Moreno creyó hallarse con los restos de los antiguos pampas, que en su tiempo se dudaba si eran confundidos con los mapuches que ya se habían instalado en Salinas Grandes. Después se supo que lo que Moreno vio eran puelches-guénaken, descendientes directos de nuestros pampas antiguos.
Siguiendo ahora a Rubén Guaman Carrasco sobre el tema de la araucanización, este autor nos dice:” Sucedió que a principios de 1800 la antigua población pampa que hasta entonces dominara la inmensa llanura comenzó a desaparecer, siendo reemplazada por otra de caracteres distintos y de estirpe araucana o mapuche”.
El investigador chileno Álvaro Bello, por su parte, en su trabajo:” El viaje de los mapuches de Araucanía a las pampas argentinas...”, Santiago de Chile, 2000,
sostiene que “Diversos autores se han referido a los procesos de movilidad espacial mapuche durante los siglos XVII al XX. La araucanización de las Pampas, el intercambio comercial y las alianzas militares y las malocas son temáticas relevantes en el estudio de los procesos históricos del pueblo mapuche y en los estudios denominados “de frontera”.
La llegada de los mapuches al Puelmapu (tierras del este) tenía especial significado y les daba un status especial a quienes aquí venían....
Las Pampas, son para los mapuches de la Araucanía, un espacio de confluencia de múltiples disputas e intereses”.-nos dice Bello.
En la “Proclama Mapuche-Tehuelche” del 15 de julio de 2004, datada en Puelmapu (territorio mapuche en el Chubut), se hace referencia al Wallmapu como sus territorios y a “nuestro mapuzungun, el habla de la tierra, nuestro idioma...”
Allí definen claramente su postura respecto a su visión como pueblo y dicen: “No somos ni chilenos ni argentinos, ni neuquinos, ni chubutenses, somos Mapuche, gente de la tierra” y sostienen que al nacer los Estados dividieron “nuestro territorio en dos”, no reconociendo en forma implícita, que originalmente fueron del oeste chileno.
Cuando se fundó nuestro Fuerte de la Independencia en 1823, ya la mapuchización era evidente y los años posteriores acentuaron ésta, que fue una conquista, aunque a algunos les cueste aceptarlo....
En esta apretadísima e incompleta síntesis por obvias razones de espacio, queda claro-así lo creemos-que en estas tierras de la llanura pampeana donde está enclavado Tandil, los antiguos, primitivos, originarios habitantes descendientes de aquellos prehistóricos pobladores, fueron lo llamados pampas. Sin embargo de ellos no nos quedó prácticamente nada porque, por la vía que se prefiera, la araucanización o mapuchización de ellos llevó a su casi desaparición en menos de dos siglos…entonces: ¿no sería prudente, justo y legítimo reivindicar a aquéllos y no tanto a quienes los conquistaron, cualquiera haya sido la vía o el método hasta hacerlos desaparecer?
Las modas también se dan en las consideraciones de carácter histórico y hoy parece que es tiempo que en estas tierras, éstas y no otras, se viva reivindicando a los araucanos-mapuches, aquéllos que llegaron hasta aquí tardíamente e impusieron su forma de vida y su lengua, que es la manera más perdurable de una verdadera conquista, como ya lo hemos expresado.


Daniel Eduardo Pérez

sábado, 13 de marzo de 2010

LA ESCUELA NORMAL DE TANDIL CUMPLE 100 AÑOS

EL CENTENARIO DE LA ESCUELA NORMAL

Tandil en el año del bicentenario de la Patria, tiene además un motivo particular para celebrar en el marco de los festejos de carácter general: la querida Escuela Normal cumple sus primeros cien años.

El Tandil de la época

Al comenzar el siglo XX Tandil ciudad (desde 1895) contaba con alrededor de 15.000 habitantes –casi la mitad de la población del partido-de los cuales más del 30 % eran extranjeros.

Ya para esa época circulaban en Tandil varios periódicos, siendo el más trascendente y que ha llegado hasta nuestros días, El Eco de Tandil, fundado en 1882 (el más antiguo de la provincia y cuarto más antiguo del país), satisfaciendo las necesidades de una sociedad en crecimiento que ya contaba con una escuela para varones (1857) y otra para mujeres (1859) y que se vería enriquecida con otras, entre ellas el Colegio Sagrada Familia, fundado en 1896. Desde 1883 el FFCC llegaba al Tandil lo que colaboró para que la industria de la extracción de la piedra se incrementara.

Recién comenzado el siglo, en 1902, y a través del empuje de sus comerciantes, se creó el Banco Comercial del Tandil, banco de capitales locales, que con el paso del tiempo sufriría las consecuencias económicas del orden nacional y que desapareció. El Banco Comercial, que cumplió una verdadera tarea de apoyo a la industria y al comercio de la ciudad, se había sumado a la existencia del Nación y el Provincia que ya estaban desde fines del siglo XIX.

Las demandas de progreso material de la sociedad de la época se vio satisfecha con el reemplazo del alumbrado público existente por el eléctrico, cuya concesión fue otorgada en 1903 y que treinta años más tarde estaría a cargo de una empresa gestada casi épicamente, como es la Usina Popular.

En 1904 apareció el primer diario (hasta entonces sólo eran periódicos), fundado por José A. Cabral, con el nombre de Democracia. En 1907 se instaló el Distrito Militar y al año siguiente la Congregación de los Hermanos de la Sagrada Familia creo el Colegio San José, incorporándose a la veintena de escuelas existentes entre oficiales y las privadas más relevantes que eran el Colegio Chapsal, el Sudamericano, el Ítalo-Argentino, el Franco-Argentino, el Dano-Argentino, el Sarmiento ,de la Iglesia Evangélica , el Sagrada Familia y el Hogar de Niñas, ambos regenteados por las Hermanas Hijas de Nuestra Señora de la Misericordia.

Para ese entonces ya en la ciudad se podían ver películas (con ensayos desde 1905 y 1906) y meses después de fundado el Colegio San José, nacía la Biblioteca Rivadavia, que hasta nuestros días, desde sus anaqueles, alimenta la cultura local.

Familias de pioneros, como la de don Ramón Santamarina, dejaron en esos primeros años del siglo, obras imperecederas que hoy son de importancia capital. Tal el caso del Hospital Municipal Ramón Santamarina y de la iglesia Santa Ana, ambos inauguradas en 1909, en memoria de aquel gallego que tanto quiso a Tandil.

En política, a la Unión Cívica Radical, que en 1893 se había organizado localmente, se sumó, hacia 1909 el Partido Conservador, los que con el posterior nacimiento del Partido Socialista (1912) y del peronismo (1944/45), conformaron las grandes fuerzas que tienen vigencia hasta la actualidad, con la incorporación de otros partidos menores, manteniendo Tandil, desde aquellas épocas, un fuerte carácter caudillista que llegó hasta los días que corren, aún más allá de las estructuras formales,

Las Escuelas Normales

Todo ese crecimiento también se reflejaba en el deseo del vecindario, ansioso por disponer de una escuela que formara maestros, aquellos maestros que desde la Escuela Normal de Paraná, creada por Sarmiento, se fueron extendiendo, en una diáspora educativa, a lo largo del país, especialmente en la Mesopotamia y de allí a nuestra provincia.

Hablar de normalismo significa también hablar de ley 1420, de positivismo y de laicismo. En consecuencia, el “normalismo” se enfoca con todas las pasiones que estos temas desatan siempre en nuestro país, pasiones que nacieron en la época de la Organización Nacional y que nunca se acallaron”-dice Zanotti en su “Historia del normalismo”.

La Escuela Normal de Paraná –“alma mater” del normalismo argentino– tuvo en sus orígenes gravísimas dificultades por motivos de orden religioso, y las familias tradicionales comenzaron por no enviar sus hijos a sus aulas por considerarla opuesta a principios confesionales tradicionales.. Ambos hechos –el planteo filosófico y el religioso–continúa Zanotti- derivan, naturalmente, en consecuencias políticas de variada índole, que han llevado al fenómeno de que ciertos partidos de izquierda sean algo así como los grandes abogados defensores del normalismo, mientras que otros, de derecha acentuada, se hayan convertido en sus grandes fiscales acusadores.”

Las escuelas normales-prosigue Zanotti- constituyen en nuestro país uno de los pocos casos de establecimientos educacionales con tradición propia, con un conjunto de detalles –estilo, cuerpo docente, himno, etc.. etc..– que le otorgan un calor afectivo de singular fuerza. Es sabido que en otros países esta tradición propia de cada establecimiento escolar es cosa común, y sus egresados y cuerpo docente adquieren un amor a la escuela y un espíritu de unión que perdura por toda su vida y se transmite de generación en generación. Este fenómeno es, por el contrario, poco común en la Argentina –excepción hecha de colegios de colectividades extranjeras o de algunos religiosos– y sólo se manifiesta con intensidad en el caso de las Escuelas Normales.”

La Escuela Normal de Paraná es entonces la primera Escuela Normal de la Argentina, una de las escuelas creadas durante el mandato de Domingo Faustino Sarmiento, como resultado de la aplicación de la Ley dictada el 6 de octubre de 1869 y reglamentada por el decreto del 13 de julio de 1870, que establecía que funcionara en la que fuera sede del gobierno de la Confederación. Las clases comenzaron el 16 de agosto de 1871.

Tenía como principal misión la formación de maestros para escuelas comunes, su primer Director fue el profesor norteamericano Jorge A. Stearns, un liberal protestante impulsor de la corriente normalista. De igual nacionalidad fueron las primeras maestras que tuvo la escuela que sirvió de modelo para escuelas similares creadas en el país.

Esta escuela fue norteamericana por sus directores, por sus regentes, por su mobiliario y útiles, por la traducción de sus libros ingleses, por su táctica escolar militarizada y uniforme, por sus procedimientos y doctrinas.”-dice Zanotti, pero también fue una verdadera escuela nacional porque las catorce provincias argentinas de entonces le mandaron alumnos de ambos sexos”.

A Stearns lo sucedió el español José María Torres y un número importante

de profesores arribaron principalmente desde 1883, entre las que se destaca Sarah Eccleston quien creó el Jardín de Infantes en 1884, el primero en Latinoamérica y el Profesorado de Maestras Kindergartianas Normales. Fue la última maestra norteamericana en dejar la institución.

La creación de la Escuela Normal de Tandil

A todo esto, Tandil dependía de la Escuela Normal de Azul (fundada en 1887) y de la de Dolores (fundada en 1888)-la más cercanas- para poder formar a sus maestros. Entonces, casi como siempre, surgieron voluntades firmes que comenzaron a reclamar ante las autoridades nacionales la llegada de esta institución señera. Las gestiones de hombres de especial predicamento, como el diputado nacional don Antonio Santamarina, de don Eduardo Arana, don Juan Brivio, a la sazón contador mayor del Ministerio de Hacienda de la Nación, don Francisco Amespil, presidente del Consejo Escolar y del Intendente Emilio Vivot, se vieron coronadas con el dictado de la ley que permitiría tener la escuela reclamada. Fue el decreto del 20 de enero de 1910, firmado por el Presidente de la Nación José Figueroa Alcorta, el que creó la Escuela Normal Mixta de Tandil, por el que además se crearon también las de San Pedro, Pehuajó, Lincoln y Olavaria.

En el año del Centenario de la Revolución de Mayo, Tandil se veía enriquecido en su sistema educativo con la ansiada escuela. Fue designado como director don Juan Ramón Bonastre, un correntino nacido en Itatí de trayectoria impecable y que dejó su impronta en el novel establecimiento, ganándose el respeto y cariño de los tandilenses.

A los efectos de su funcionamiento, el Intendente Vivot donó al Estado Nacional el edificio de Río Bamba (hoy Alem) y Maipú, donde había funcionado el antiguo Asilo San Juan y luego el primer Hospital Municipal, el que desde 1909 contaba con las flamantes instalaciones que hoy conocemos, donadas por la familia Santamarina.

Vivot hizo lo que pudo para acondicionar aquel viejo edificio, pero la matrícula inicial de 35 alumnos (29 mujeres y 6 varones) y de 231 alumnos del Departamento de Aplicación primario, exigía mayores comodidades.

Resulta curioso leer la nota que Bonastre le dirige el 29 de octubre al Dr. Carlos Groussac, Subsecretario del Ministerio de Instrucción Pública, reclamando por el mobiliario (no tenía ni bancos) y la posterior contestación perentoria que decía:

"Vaya inmediatamente a abrir la escuela de Tandil, adquiera allá los útiles y los muebles indispensables y páseme la cuenta porque el tiempo apremia".

Agrega más adelante Bonastre que cumplió la orden y que "en cuanto a los muebles, lo que adquirí fueron sillas y varias tablas de pino con que improvisé la mesa". "Los piza­rrones, mesas, escritorios, mapas, ilustraciones varias, etc. fueron adquiridas en ésta y en calidad de préstamo de las escuelas locales y de varios particulares, los que ya fueron devueltos a sus respectivos dueños".

Las clases en la flamante y esperada Escuela Normal comenzaron a la hora 8 del jueves 14 de abril de 1910, en el lugar ya mencionado.

En relación a las incomodidades, el mismo Bonastre, al año siguiente, se refería al tema informando y reclamando por “ las aulas mal distribuidas, estrechas y la mayoría inadecuadas a enseñanza, tanto por su disposición como por la forma que presentan. Además son inconvenientes para el número de grados y cursos de que dispone actualmente y con más razón cuando se tenga que formar el tercer año, o alguna sección de grado ( ... ).

El personal que acompañó a Bonastre como plantel fundacional estuvo integrado por Etelvina Pereyra (vicedirectora y profesora), Ramón Carriegos (secretario y profesor de Castellano); Juan Gatti (médico, profesor de Historia Natural); Enrique Lamy ( profesor de Francés); Ventura Pessolano ( profesor de Educación Física y maestro de sexto grado); Zacarías Cabrera (profesor de Dibujo y maestro de quinto grado) ; César Cardoso ( profesor de Trabajo Manual); Fernando Del Fresno (profesor de Música); María B. de Lamy (profesora de Economía Doméstica); Cristina Carné (profesora de primero Infantil); Hermelinda G. García (maestra de primero Superior); Fotina Magret (maestra de segundo grado); Amelia Suárez Nelson (maestra de tercer grado); Joaquina Goya (maestra de cuarto grado); Jaime Sánchez (portero) y Tomás Garrido (sirviente).

La flamante Escuela estrenó sus luego destacadas participaciones, en el año de su fundación, en los actos del Centenario de la Revolución de Mayo.

Al año siguiente Tandil le tributó un homenaje a don Eduardo Arana con motivo de asumir la Gobernación de la provincia, con un gran banquete servido en el Teatro Italiano, donde el orador principal fue precisamente el Director de la Escuela.

En ese año también se rindió homenaje, por primera vez, a los Muertos por la Patria, con un acto en la Plaza Independencia. concretado el 31 de octubre.

En 1912 el comisionado Eduardo Arana, cedió la manzana en la que está emplazada hoy la Escuela y que fuera parte de la original Plaza de Carretas, posterior Ferias Francas y luego Estadio Municipal, pero pasarían todavía muchos años-treinta y uno exactamente- antes que el establecimiento tuviera su nuevo edificio allí.

En 1913, el año de la primera promoción; Bonastre dejó registrada, y la recogió la Memoria-álbum de 1960, (de la que participamos), la necesidad imperiosa de una ampliación. “Dado el número cada vez mayor de alumnos, la capacidad del edificio ya no era bastante, el Director gestionó i obtuvo de las autoridades municipales la ampliación solicitada; de inmediato se procedió a la construcción de un amplio salón en un extremo del edificio existente, el salón estaba destinado a los actos públicos i al mismo tiempo era convertible en cuatro aulas por medio de sendas mamparas movibles”

“La construcción mencionada estuvo lista al finalizar el año escolar, pudiéndose utilizar el salón en la exposición anual que ese año fue de una importancia extraordinaria por la calidad i cantidad de trabajos ex­puestos al juicio del público.

A modo de inauguración del mencionado salón, los jóvenes tandilenses organizaron un gran baile de gala en honor de los flamantes primeros maestros egresados después de cuatro años de labor e intensa actividad, promisoria de futuros triunfos.”.

Se recibieron diecisiete alumnas- todas mujeres- en ese año que tuvo 268 alumnos inscriptos en primaria y 80 para el curso Normal, lo que da la pauta de la importancia que la escuela ya tenía en la población tandilense y de la zona.

Las primeras egresadas, fueron: Dolores Anza, Prudencia Alfonsín, Teófila Apezatche, Virginia Barbeito, Rosa Gazzaneo, Rufina Gómez, Sara Murguizur, Teodora Mosqueira, Juana Magret, Laura Magenta, Laura Isabel Petilo, María E. Peyrel, Ercilia Rosso, Zulema Suárez Nelson, Elisa Solari, Juana Urrutibehety y Elvira Vignes..

El acto de colación de grados se realizó en el Teatro Italiano, y al respecto, en la Memoria redactada para el citado álbum de las Bodas de Oro (1960), se dice:. “El Director mui emocionado .despidió a sus nuevos colegas, con palabras alentadoras para el futuro con mui sabios consejos; allí demostró ser el gran maestro'. La velada resultó ser un exponente de relieves artísticos extra­ordinarios, como pocas realizadas en la localidad; entre los números ar­tísticos se destacó notablemente la "Oda a la Naturaleza" adaptada y di­rigida por la docente Amalia Suárez Nelson.” , luego agrega que Don Antonio Santamarina, hijo de Ramón y a la sazón diputado nacional, brindó un almuerzo criollo a las egresadas y al cuerpo directivo y docente en su estancia Bella Vista.

Prosigue la Memoria de 1960: “Un epílogo inesperado tuvo la actuación del digno i meritorio primer Director de la Escuela Normal Profesor Don Juan Ramón Bonastre. Su fallecimiento el 23 de febrero de 1914, víctima de una tifoidea seguramente agravada por la decepción causada por una denuncia que pretendió ser denigrante para su moral, hecha precisamente por el matrimonio que más beneficios había recibido de su bondad i correcto proceder.

“El inspector encargado del sumario pudo comprobar la inconsistencia, de los cargos; los denunciantes fueron exonerados en sus funciones; la víc­tima tuvo tiempo de conocer las conclusiones del sumario que lo decla­raba libre de toda culpa.”

Cabe consignar, como curiosidad, que la redacción de esa Memoria-álbum respetaba en su redacción el uso de la i por la y, modalidad impuesta y divulgada por el profesor don Ramón Carriegos.

La muerte de Bonastre conmovió profundamente a la sociedad tandilense en la que el docente había calado hondo. Una multitud participó de su sepelio la que a lo largo del recorrido fúnebre, desde el Hospital hasta la misma Escuela, lo acompañó con muestras de sincero pesar. Los oradores que rindieron homenaje con su palabra, fueron numerosos encabezados por el Intendente Antonio Santamarina. Tandil despidió así con todos los honores al gran maestro correntino.

Aquellos treinta y cinco jóvenes normalistas y los 231 niños del Departamento de Aplicación, comenzaron a recorrer un camino pleno de realizaciones, donde profesores de fuste formaron generaciones, para orgullo de nuestra Escuela Normal.

El crecimiento y sus demandas impulsaron, con los años, la necesidad de un edificio acorde, y así comenzaron las tratativas para su construcción, que impulsadas por el diputado provincial Juan D. Buzón, vieron su final feliz con la inauguración del edificio que hoy conocemos en Av. Santamarina 851 (la manzana que había cedido en 1912 el Intendente Arana) el 11 de setiembre de 1943, lugar inolvidable de nuestra adolescencia normalista, llena de ideales.

En el viejo edificio de Maipú y Alem funcionó posteriormente la Escuela Industrial (luego Técnica ­3). Cuando las topadoras acabaron con aquel vetusto edificio, para dar paso al nuevo que albergaría la Escuela Técnica, muchos tandilenses vieron brotar alguna lágrima de sus ojos, al irse un pedazo de historia grande del Tandil.

A Bonastre le sucedió como Director Juan O.Gauna y a éste Dalmiro Gauna. Los Directores posteriores fueron sucesivamente: Lázaro Fernández, Juan Manuel Cotta, Ruperto Lucero, Teófilo Farcy , Mercedes B. de Portela de Lis, Felipa D. de Gianfarra, (a quien le correspondió el traslado al nuevo edificio), Dr. José G. Rivas, María A. Rabal, Lucía C. de Rothemberger, Mercedes Uzabel Roumé, Natalio P. Echegaray , María Alés, Elsa Marelli, María L. Garrués, Lucero Acevedo Díaz y desde 1995, Susana Copponi.

En el transcurso de su historia la Escuela festejó los aniversarios importantes de su fundación y así rescatamos los de las Bodas de Plata en 1935, los de las Bodas de Oro en 1960 y las de Brillante en 1985.

En todos los casos ex alumnos y ex docentes acompañaron los actos, notándose la presencia de personalidades que, con el correr de los años, habían sido destacadas personalidades nacionales en las más diversas profesiones, desde la docente a la política y que ostentaban orgullosos el título de maestros egresados de nuestra Normal.

Antes de finalizar, nos tomamos la licencia de recordar nuestro paso por la Escuela desde 1954, promoción que en 1958 dio el record de once varones maestros. Siguen vivas en nuestra memoria las presencias inolvidables de profesores que como el Dr. Gattó, Rosita Estévez, Ninfa Silva, Paco Serrano, Joaquina Zubillaga, Osvaldo Zarini, Mariquita Alés, don Isaías Orbe, Alicia Peré , Mecha Uzabel, Nicola, Garaguso, Grutzky…tantos otros, nos dejaron marcadas huellas imborrables.

El Club Colegial, los “asaltos”, los pic nics del Día del Estudiante, el acto de despedida, la cena y el baile “blancos”en el Palace, los primeros viajes de egresados…en fin, tantos y tantos recuerdos se nos aparecen desde la lejanía, con la claridad y la frescura de algo vívido. Allí están también los compañeros de entonces-amigos de hoy-entre los que ya no nos acompañan Roberto .Dabidós y Jorge Di Paola (Dipi)…

Hoy la centenaria Escuela, lleva el nombre de Escuela Normal Superior “Gral. José de San Martín” (1971) y comprende a la Escuela Media Nº 10 (1994) dependiendo de la provincia. Sus autoridades son: Directora General; profesora Susana Copponi; vicedirectora, Esther Cagnone; Directora de nivel inicial, Prof. Adriana Fernández; Directora de nivel primario, Prof. Elsa M. Díaz;; Directora de nivel secundario básico, Prof. Liliana Rodríguez y Director de nivel medio superior Dr. Mario Abatí.

El futuro está para hacerse como nos enseñaron el Libertador (cuyo glorioso nombre lleva la Escuela) y el gran sanjuanino, que hizo de la educación la herramienta más valiosa para el bienestar y progreso de los pueblos.

Daniel Eduardo Pérez

lunes, 8 de marzo de 2010

ORIGEN DEL PERONISMO EN TANDIL

LOS ORÍGENES DEL PERONISMO EN TANDIL

La década de 1940 fue una etapa escrita con vaivenes tanto internacionales como nacionales, que señalaron en la historia un hito complejo, cargado de experiencias traumáticas en las que la Humanidad pagó con sangre cambios que, posteriormente, dejaron secuelas, en algunos casos hasta hoy imborrables.

La Segunda Guerra Mundial con los horrores de toda guerra, acrecentados por el exterminio masivo y el uso por vez primera de bombas atómicas, tuvo en toda la geografía planetaria su repercusión. Argentina no fue una excepción ya que tanto los aliados, como el Eje, tuvieron simpatizantes y detractores.

Al gobierno de Agustín P. Justo, le sucedió en 1938 el del Dr. Roberto Ortiz, quien de alguna manera intentó una "redemocratización" limitada, teniendo en cuenta la década anterior, de tal suerte que en 1940 el radicalismo obtuvo el control de la Cámara de Diputados.

"Aliadófilos" y "neutralistas", que en realidad simpatizaban -mayoritariamente-con ideas político-económicas del Eje, encontraban en las filas de las Fuerzas Armadas, especialmente del Ejército, divergentes posiciones.

Con el recelo propio de sus posturas, convivían en una situación de difícil equilibrio y en donde el gobierno nacional era observado y en algunos casos presionado, para decisiones que tuvieran relación con la política exterior, mirando hacia Estados Unidos y Gran Bretaña.

El fallecimiento del Dr. Ortiz, promovió el ascenso a Presidente de la Nación del Dr. Ramón Castillo, un jurista catamarqueño, que era el vicepresidente y que debió enfrentar situaciones que finalmente cambiarían el rumbo del país hasta los días que corren.

La débil, pero política de consensos al fin, que había intentado tímidamente poner en juego Ortiz, fue reemplazada por la permanente confrontación de Castillo con el radicalismo, desgastando su política, la que además afrontaba la difícil situación de " neutralismo", que deterioraba la relación económica con los Estados Unidos.

La provincia de Buenos Aires, intervenida que fue la gobernación del conservador Fresco en1940, vio sucesivas conducciones de interventores que variaban según las relaciones interpersonales con el gobierno nacional.

A todo esto, Tandil venía siendo gobernada por el conservadorismo, cuyos caudillos indiscutidos eran Antonio Santamarina y Juan D. Buzón, que habían sido Comisionados luego del golpe de 1930, como quedó dicho.

Desde 1932 y hasta 1940, el odontólogo Dr. William Leeson estuvo al frente del Departamento Ejecutivo, como Intendente electo por la ciudadanía, desarrollando una labor apoyada en obras que encontraban en los dos citados caudillos, el apoyo indispensable para llevarlas adelante.

Con la intervención de la provincia antes citada, entre 1940 y 1942, retornaron los Comisionados hasta que el Dr. Leeson fue proclamado nuevamente Intendente en 1942.

Tandil de entonces asentaba su realidad socio-económica en el sector agropecuario y en la actividad canteril, además de un comercio que había retomado un ritmo más intenso luego de la gran depresión del 29-30.

Así los gremios de este rubro, los mercantiles, y los ferroviarios, constituían los sectores donde se destacaban sus dirigentes, mayoritariamente anarquistas, socialistas, comunistas y en algunos casos de raigambre conservadora, como en la Unión Ferroviaria, aunque el peso del quehacer gremial no era por esos tiempos de un desarrollo que pesara fuertemente en la política ni nacional ni local.

Los partidos políticos tradicionales se reflejaban en el quehacer del Partido Demócrata Nacional, que estaba estructurado sobre el poderoso Partido Conservador, cuyos líderes ya mencionamos; el radicalismo que había re- comenzado una actividad de alguna manera "aletargada" por los acontecimientos posteriores al derrocamiento de Yrigoyen, y en donde la figura de José A. Cabral. era la predominante; el socialismo y el comunismo que no escaparon a sus "internas"- como tampoco lo hicieron los partidos antes citados-que veían disminuidas sus filas, aunque en el sindicalismo estaban sus dirigentes más prominentes y hombres como Juan Nigro (socialista) y Juan Salceda (comunista) eran los que le daban un sustento ideológico importante.

El rico periodismo tandilense tenía por entonces en "La Comuna", dirigido por Manuel Romero y "Tribuna" cuyo director era Juan D. Buzón, los principales voceros del conservadorismo, sucesores en ese sentido, de los anteriores "El Municipio" y "El Régimen". Por su parte, en 1919, Cabral había fundado "Nueva Era", que era la voz radical; Juan Nigro "Germinal", que lo era del socialismo y Juan Calvo estaba al frente del decano del periodismo bonaerense: "El Eco de Tandil", al que Ovidio Saglul había convertido en diario anteriormente.

Con otros objetivos, aunque no escapaba a la polémica político-ideológica, el Pbro. Julio M. Chienno, párroco de Tandil, había fundado, en 1922, "La Revista", que era el pensamiento escrito de la Iglesia Católica local. A estos periódicos se sumaron muchos otros, algunos de efímera vida, que enriquecieron culturalmente al Tandil de aquellos tiempos.

El caluroso verano de 1943, tendría reservado para los tandilenses la inauguración de una de sus obras más representativas. El 10 de enero quedaba solemnemente librado a propios y extraños, peregrinos y turistas el Calvario, conjunción de arte y religión convertido con los años en uno de los lugares más destacados de Tandil y el país- es el único en su especie en América-dedicado a recordar en el Vía Crucis, los momentos culminantes de la Pasión de Jesús.

Ese día, una multitud de decenas de miles de fieles y curiosos, colmaron el Monte y sus alrededores, para participar del histórico hecho, que fue encabezado por el entonces Presidente de la Nación Dr. Ramón Castillo, el vicegobernador en ejercicio Dr. E. Míguez y el Intendente Leeson, además de la presencia del Nuncio Apostólico y varios Obispos, entre ellos el de nuestra Diócesis, Mons. C. Cáneva y el recordado Mons. D´Andrea.

Los poco más de 50.000 habitantes del partido, habían sido testigos y en algunos casos protagonistas, no sólo de un acto de proyección tal vez inimaginada en ese momento, sino además de la presencia de quien en pocos meses dejaría su lugar de Presidente de la Nación, en razón de la revolución militar del 4 de junio de 1943, que cambiaría el curso de la historia de los argentinos.

En tanto esto ocurría nivel nacional, en Tandil, el golpe mencionado, encontró a Leeson como Intendente, quien recién dejó su cargo casi un mes después, para que luego de un brevísimo interinato de dos días de Teodosio Azcoiti, asumiera como Comisionado designado por la Intervención provincial, el Tte. Cnel. Eduardo Alonso, a la sazón jefe del Haras "Gral. Lavalle", quien ya en Tandil había demostrado ser un hombre conciliador y de buenas relaciones, además de poseer estrechas vinculaciones con oficiales del G. O. U.,y que, curiosamente, llevó como colaborador al abogado Longin Prat, años después destacado dirigente y legislador radical.

Desde el 3 de julio de 1943 hasta el 19 de abril de 1944, Alonso se desempeñó al frente de la Municipalidad, encontrando en general buena receptividad por parte de los partidos tradicionales, los que incluso-como la UCR- habían adherido al golpe del 4 de junio, en un comunicado aparecido en "Nueva Era" del 6 de junio de 1943.

La inestabilidad citada en párrafos anteriores, se vio reflejada también en nuestra ciudad, de tal suerte que el mismo día 18 de abril en que dejó su comisionatura Alonso, asumió designado por la Intervención, el primer Comisionado civil de lo que a la postre sería el origen del peronismo, el Dr. Francisco Vistalli .

Este médico veterinario radicado en nuestra ciudad desde 1935, tuvo buenos contactos y amistades con el conservadorismo local y además era amigo del Tte. Cnel. Julio Lagos, uno de los miembros fundadores del G. O. U., quien habría intercedido para su designación al frente de la Comuna.

Vistalli " de tradición nacionalista y católica", según nos confirma su hijo, Marcos, buscó desarrollar en el corto período, una política de consenso y de "buenos vecinos" hasta el 18 de agosto en que finalizó su primera y breve incursión política, que años más tarde se intensificaría de tal suerte que fue un caudillo insoslayable en el estudio del peronismo tandilense hasta la década del 80.

Mientras tanto algunos radicales que comenzaron a simpatizar con la figura y las ideas de Perón, fueron tomando distancia del comité partidario que no veía con buenos ojos esta postura, e integraron la llamada Unión Cívica Radical -Junta Renovadora. Las dos figuras más descollantes de esta agrupación fueron el caudillo de Gardey Juan Adolfo Figueroa y Gustavo Villaverde

Otro militar reemplazó a Vistalli, el Mayor Eduardo Avalía quien permaneció casi hasta fines de 1944, sucediéndole Ricardo Boneo, que había sido secretario de Avalía y posteriormente -y llamativamente-el Dr. Alfredo Rozzi, destacado bioquímico radical-que no compartía las ideas de Figueroa y Villaverde-quien estuvo al frente del Municipio desde marzo a setiembre de 1945, cuando ya se avizoraban en el panorama nacional, disputas en torno a la figura creciente de Perón.

La presencia de Rozzi y la postura de los principales referentes locales del radicalismo, merecen un párrafo aparte, que en otra oportunidad abarcaremos, dado que la Comisionatura respondía casi siempre a las preferencias del Interventor de turno en la provincia y sus afinidades.

En setiembre de ese año asumió entonces como Comisionado, Edmundo Carbone, éste sí hombre cercano a quienes ya se perfilaban como seguidores y admiradores de Perón, y que confluían en reuniones de "mesa chica" y había estado junto a Villaverde y al poeta Lauro Viana, en las negociaciones previas a la designación del radical Rozzi.

A Carbone le tocó presidir la Comuna cuando se produjo el célebre 17 de octubre de 1945. Los opositores al gobierno habían centralizado sus críticas en la figura de Perón, quien el 12 de octubre fue detenido en la isla Martín García, mientras la clase política esperaba con optimismo que ello debilitara finalmente al gobierno.

Los episodios del 17 de octubre de 1945- consagrado después como el "Día de la Lealtad"-el protagonismo de la clase trabajadora, la labor de Eva Duarte, de Cipriano Reyes, de la entonces más unida CGT, llenan tomos de estudios que marcan el definitivo ascenso y la proclamación de Juan Perón, como el "primer trabajador" y jefe de los " descamisados". De aquí a su llegada a la Presidencia de la Nación hubo un paso.

En las grandes ciudades del país, los hasta entonces "invisibles " obreros, tomaron la calle enfervorizados por la decisión de liberar a Perón, que se encontraba en la Plaza de Mayo con sus iniciales y fundadores partidarios, que darían sustento a su futuro partido y a sus venideros gobiernos.

En Tandil se seguía desde la radio y algunas pizarras de diarios como "Nueva Era" lo que ocurría, con una cierta confusión, según testimonian testigos de época.

El gobierno, ante tamaña manifestación y las presiones persistentes, convocó a elecciones para abril de 1946, fecha luego adelantada para el 24 de febrero.

La campaña electoral estuvo signada por un lógico clima de urgencias. Los partidos tradicionales, radicalismo, socialismo, comunismo y el conservadorismo -el que tras largas tratativas no se integró a la coalición que enfrentaría a Perón- trataron de mantener cierta compleja cohesión, aunque muchos de sus dirigentes ya habían tomado partido por el ascendente militar, como la disidente Junta Renovadora de la UCR, que encabezó Hortensio Quijano.

Por su parte las organizaciones obreras pusieron a Perón al frente del flamante Partido Laborista, al que se unieron ciudadanos de la clase media atraídos por la retórica nacionalista y algunas expresiones extraídas de la Doctrina Social de la Iglesia, a la que ya mencionamos Perón adhería en sus conceptos básicos sobre lo político, lo social y lo económico, situándola, como después él la denominaría, como la "tercera posición", entre el capitalismo y el comunismo.

Enfrente, la "Unión Democrática" concentraba a los ya citados militantes de partidos políticos tradicionales, buena parte del empresariado y el apoyo del ex embajador norteamericano Spruille Braden, que sólo sirvió para que el incipiente peronismo ganara más votos. El coronel Domingo Mercante, afín al laborismo, sería el candidato a Gobernador de la fórmula que finalmente integraron Juan D.Perón y Hortensio Quijano.

En Tandil, ante la inminencia de las elecciones nacionales, se comenzaron a mover los partidos tradicionales, especialmente el radicalismo, ya debilitado por la escisión Renovadora, encabezada aquí- como quedó dicho-por Figueroa y Villaverde, en tanto el laborismo tomaba forma de la mano del Dr. Enrique Pizzorno y comenzaba a vislumbrarse el complejo entramado que daría forma al peronismo inicial de nuestra ciudad.

Las urgencias estaban al orden del día y las giras proselitistas hicieron que Perón llegara a Tandil el 18 de febrero de 1946, siendo recibido en la estación del FF .CC. por los más entusiastas seguidores, ya citados, encabezados por Juan Adolfo Figueroa, quien movilizó trescientos hombres a caballo, en una demostración de fuerza apreciable, hasta llegar al palco frente a la Plaza Independencia.

Recibido oficialmente por el Comisionado Carbone (que además se desempañaba al frente de la Subdelegación de Trabajo), fue la visita histórica que quedó grabada en la memoria colectiva.

Realizadas las elecciones, que marcó el triunfo de la fórmula encabezada por Perón, en Tandil también ocurrió lo mismo, obteniendo 5.767 votos ( 53 %), en tanto la Unión Democrática obtenía 4.4l4 votos, (poco más del 40%) y finalmente el Partido Demócrata Nacional, 695 votos lo que representaba apenas un poco más del 6 %.

Destacan los autores Melón, Gayol y Roig, que el aporte al triunfo en la provincia fue fundamentalmente proveniente del laborismo, en tanto en Tandil, fue el aporte de los hombres de las filas del renovadorismo radical los que incidieron fundamentalmente en el triunfo.

Aquí cabe señalar que el laborismo no contó, como en otros lugares, con el apoyo fuerte de la dirigencia gremial de sindicatos importantes y que ello se vio reflejado luego en la constitución del peronismo.

Los resultados en Tandil fueron conocidos lentamente y no fueron bien recibidos, como era de esperar, por la prensa lugareña marcadamente opositora a Perón, por su origen, según ya lo mencionamos.

El estilo personalista de Figueroa, había dado sus resultados, fuertemente "clientelista" y con seguidores fieles a su caudillo; pese a ello fue Pizzorno quien logró una banca en la Legislatura como diputado, accediendo luego a la vicepresidencia, estando de alguna manera, en veredas diferentes con Figueroa.

En el ámbito nacional es interesante destacar que Perón obtuvo 109 diputados, de los cuales 107 eran debutantes, setenta de ellos provenían del laborismo, con fuerte enraizamiento sindical; treinta del radicalismo renovador y los restantes conservadores, nacionalistas católicos, etc.

Tandil consagró dos diputados provinciales peronistas: E. Pizzorno y G. Villaverde y la UCR un diputado: Juan M. Calvo y un senador, Eduardo Molina.

Al triunfo siguió la disolución laborista y la constitución del Partido Único de la Revolución, ya en enero de 1947, Partido Peronista.

A él adhirieron Figueroa, Villaverde, Pizzorno y Epifanio Camarzana, dirigente del Sindicato de los Trabajadores del Campo y afines. Los conflictos que a nivel nacional tuvieron los integrantes de la coalición que ganó, se tradujeron también en Tandil, donde luego de dejar Carbone la Comisionatura y tras dos días de interinato de Mario Cervini, el 16 de agosto de 1946 asumió como Comisionado Juan A. Figueroa. Éste resumía en su personalidad abarcativa y férrea, las diferencias dentro del flamante partido,- característica que se han mantenido por la heterogeneidad de sus componentes hasta hoy-comenzando una gestión que mostraba en la administración de algunos sectores municipales su especial acento, tal el caso del Corralón Municipal (actual Dirección de Servicios) que, en manos de Villaverde, cobró relevancia y adonde permanentemente concurría Figueroa " a matear y solucionar problemas".

La gestión del caudillo de Gardey duró casi un año, ya que su enfermedad, lo obligó a renunciar, sucediéndole una serie de hombres de su confianza, hasta la asunción del primer Intendente peronista de Tandil, en 1948, el Dr. Proto Torres Ordóñez.

Quienes continuaron al frente de la Municipalidad fueron sucesivamente, Juan López Aranguren, Lauro Viana y Luis Collino, todos ellos del riñón figueroísta.

La actividad política comenzó a necesitar de locales propios, que los otros partidos ya tenían, y así el primero del peronismo sería el abierto en la esquina de Av. Quintana y Ameghino, corazón de Villa Italia, a instancias de Villaverde y a cuyo frente quedó el sindicalista Epifanio Camarzana, siguiéndole Pizzorno que abrió el primer local laborista en la Av. Machado, entre 4 de Abril y Av. Colón, a cuyo frente quedó J. Gallo, para, finalmente, en Gral. Pinto al 800, tener el espectro más céntrico, con Villaverde a la cabeza y, quienes seguían a otro hombre de la primera hora, E. Gutiérrez, abrir otro en Gral. Pinto 82. Serían éstas las futuras Unidades Básicas, como dio Perón en llamar a sus "comités", en el vocabulario de la política tradicional.

En 1947, y ante la inminencia de elecciones municipales, el peronismo fue a "internas" para elegir sus candidatos, triunfando el figueroismo, con 1.050 votos, sobre la lista encabezada por el sindicalista ferroviario Agustín Sívori, que sacó 526 y la que encabezó Luque que obtuvo 50.

La lista ganadora era integrada por Figueroa como candidato a Intendente y llevaba como concejales a Proto Torres Ordóñez, José Vulcano, E. del Valle, Dr. Emilio Mauri Casabal, Dr. Adolfo Naveyra, Silverio L. Serrano y Cayetano Di Raddo.

Apareció aquí oficialmente la figura de otro importante sindicalista que adhirió al peronismo tempranamente, se trata del dirigente de la Unión Ferroviaria y de su Mutual, Silverio L. Serrrano , el que luego sucedería a Torres Ordóñez como el primer Intendente de extracción sindical hasta el presente.

La muerte de Figueroa en 1947, sumió al partido en un debate sobre la "sucesión", el que finalmente fue resuelto promoviendo los candidatos de la lista ganadora, de tal suerte que el Dr. Proto Torres Ordóñez, fue elegido para candidato a Intendente, manteniéndose el resto de los candidatos a concejales, merced a la fuerte presencia de Villaverde y sus contactos con el gobierno provincial. Se serenaban de alguna manera los ánimos.

Los preparativos y la campaña electoral fue especialmente intensa entre los radicales que abrieron en los barrios centros de acción, en tanto socialismo y comunismo, así como los conservadores, llevaban adelante lo suyo en menor medida.

A esta altura, en tanto las unidades básicas lograban concentrar la actividad militante, entre la que cabe destacarse un apoyo más intenso que al principio de trabajadores hacia el pizzornismo, llegado el momento del comicio, la "interna" dio paso a la unidad, para lograr el triunfo en las urnas .

Finalmente, realizadas las elecciones municipales de 1948, el Partido Peronista ganó con amplitud, con 5.230 votos (casi el 55%), contra 2.ll8 de la UCR (22%), 1.775 del PDN (l8 %), 213 del PC y l90 del PS.

De esta manera el Dr. Proto Torres Ordóñez quedaba proclamado Intendente electo de Tandil, asumiendo el 1 de mayo de 1948. El Concejo Deliberante quedaba integrado por ocho concejales peronistas, entre ellos S. Serrano, A. Naveyra, R. Bralo, O. Caligiuri, tres radicales y tres conservadores, presidiendo el cuerpo, Silverio L. Serrano.

De inmediato el gobierno local se puso a atender demandas de necesidades básicas y reclamos obreros sobre mejoras, especialmente salariales, dado que desde el gobierno nacional, Perón había satisfecho en buena medida expectativas antes reclamadas insistentemente.

Los sindicatos más combativos contra el inicial peronismo fueron menguando sus acciones y finalmente se integraron a la CGT, mayoritariamente en manos del sindicalismo ya peronista.

El gabinete de Torres Ordóñez fue marcadamente proclive a responder al sucesor de Figueroa, es decir a Gustavo Villaverde y su labor se vio, en muchos casos, conflictuada por la intervención de éste, a veces en desmedro del mismo Intendente.

Las desinteligencias crecieron y finalmente Torres Ordóñez renunció, asumiendo como Intendente, el 26 de diciembre de 1949, Silverio Luis Serrano, a la postre el primer y hasta ahora único Intendente de extracción sindical de Tandil-haciendo la salvedad que Arnaldo Cheverrier, ganó las elecciones de 1962, pero no asumió, por la anulación de las mismas por el gobierno del. Presidente Arturo Frondizi.

Serrano puso especial énfasis en llevar buenas relaciones con el resto de los partidarios y con la oposición, "voy a hacer una gestión de amigos y atenderé a todos", recuerda que le comentó a su hijo Francisco L. Serrrano. Fue quien inició las gestiones para dotar de gas y cloacas a Tandil, lo que se concretaría años después, cuando Serrano ya había dejado el Municipio.

La pavimentación de calles y avenidas así como la extensión de la red de agua a los barrios, fueron prioridades en su labor. Le correspondió rescatar la antigua fábrica de ladrillos y posterior basurero, para pensar en levantar allí una plaza, que sería posteriormente la actual Gral. San Martín.

La reactivación del Mercado Municipal y la promoción de venta de productos económicos marcaron parte de esta etapa.

No podemos dejar de mencionar aquí al Dr. Mauri Casabal, que venido desde La Plata, se desempeñó en Turismo, con algunas ideas entre utópicas y cuasi delirantes, pero que sin embargo fue precursor de la idea de levantar un dique, lo que ocurriría años después, como consecuencia del desastre de las inundaciones de 1951.

Tandil además gozaba del privilegio de tener dos diputados peronistas: Pizzorno a quien por sorteo le correspondieron dos años y Villaverde que fue por cuatro, entre en 1946 y 1950, y además un diputado radical, Juan M. Calvo y un senador, Eduardo Molina, como ya lo mencionamos. Pizzorno alcanzaría luego una senaduría provincial, entre 1952 y hasta la Revolución Libertadora del 55.

Serrano culminó su período entregando el Municipio el 1 de mayo de 1952, al electo candidato del peronismo, Carlos R. Marzoratti, quien luego fue reelecto, gobernando hasta el golpe de 1955

El gobierno del peronismo en Tandil tuvo sus ácidos críticos en diarios opositores que como "El Eco de Tandil " y "Nueva Era", eran conducidos por radicales, sufriendo clausuras en su momento; disponiendo a partir de 1948, año en que el caudillo conservador J. D. Buzón dejó "Tribuna" su propio medio, dirigido primero por Mauri Casabal, luego por Villaverde y finalmente por el Dr. Enrique Pizzorno, hasta su desaparición en 1955.

En este capítulo, de divulgación y sin pretensiones académicas, hemos querido darle a nuestros apreciados lectores, una apretadísima visión de aquellos años de la historia local, pero no podríamos resistir la tentación de finalizar, sin considerar las tres opciones que plantea el valioso trabajo de los ya citados historiadores Melón, Gayol y Roig. Ellos se preguntan acerca de si el peronismo en Tandil fue" una perpetuación conservadora, un desprendimiento radical o génesis sindical", concluyendo en que pese a la complejidad que se aprecia en aquellos momentos fundacionales- y que a nuestro entender continúa-se inclinan por la segunda afirmación, es decir desprendimiento radical.

Modestamente nosotros apreciamos- más allá del origen partidario de varios de los "fundadores"-la continuidad de un estilo, un patrón de conducta, casi una mentalidad, más cercana a lo que fue el conservadorismo, lo que además se apoya en las formas conductuales políticas de sus principales referentes, cargados asimismo de un pensamiento afín a un nacionalismo más morigerado que el de la época y con raigambre fuertemente ligada al pensamiento de la Iglesia, especialmente en lo concerniente a su Doctrina Social

Si recorremos el itinerario de Figueroa, Villaverde, Vistalli, lo apreciamos más claramente así como en Torres Ordóñez, Serrano y Pizzorno, se ve más preeminencia de la última afirmación, y en los dos últimos la preferencia de contactos y actividad con sectores sindicales.

Queda mucho camino por recorrer en estas líneas, apenas un esbozo no exento, tal vez, de apreciaciones subjetivas, en razón de los conocimientos personales de los actores, aspiramos simplemente a delinear un panorama abierto a interpretaciones y estudios profundos, porque el tema lo merece, porque es un tramo complejo y extenso de esta historia que continúa.


Daniel Eduardo Pérez

En memoria de don Jorge M. Lester y el Dr.Jorge Gentile.

Al amigo Francisco Paco Serrano

sábado, 6 de marzo de 2010

NICANOR OTAMENDI, EL HÉROE DEL COMBATE DE SAN ANTONIO DE IRAOLA.

EL COMANDANTE OTAMENDI Y EL COMBATE DE SAN ANTONIO DE IRAOLA


Nuestra historia tiene personajes de características heroicas y en muchos casos poco o casi nada conocidos aún cuando sus descendientes conviven con nosotros diariamente caminando nuestras calles tandilenses.

Tal es el caso, entre otros, del Comandante Nicanor Otamendi., el héroe-junto a sus soldados- del combate San Antonio de Iraola.

Originario de Navarra el pater faimilis en el país de esta rama Otamendi, fue Juan B. de Otamendi, nacido en 1777, quien llegó a las playas de Buenos Aires muy jovencito, casándose en 1796 con Maria M. I. J. y Pelliza.

Entre los hijos del matrimonio, estuvo José Martiniano quien desposó a doña María Pereyra y Arambulo, padres de los hermanos Nicanor-nuestro personaje- y Fernando J.

Según cuenta la tradición familiar de los Otamendi, Nicanor estuvo de novio con Eufemia Matallana y aunque el noviazgo no concluyó en matrimonio, el hermano de Nicanor, se enamoró de Eufemia y superando prejuicios propios de la época, Fernando y Eufemia se casaron teniendo nada menos que once hijos.

Uno de ellos, Fernando Víctor, fue el padre de Juan Aníbal Otamendi quien a su vez tuvo de su matrimonio a Susana y a nuestro generoso informante Carlos.

Por su parte los tres hijos de Susana Otamendi, casada con Huberto Cuevas Acevedo: Huberto, Patricio y Máximo Cuevas Otamendi, (sobrinos tataranietos) son hoy-junto a la rama de los Dupuy Otamendi, nuestros vecinos herederos de aquel héroe de nuestra historia y del que daremos algunas noticias a continuación.

Don José Martiniano-padre de Nicanor- ya poseía tierras hacia 1831 en la zona sudeste de la provincia y allí se dedicó a tareas rurales junto a sus hijos.

Sin embargo Nicanor, nacido en Buenos Aire el 5 de agosto de 1823, pronto se hizo hombre de armas y se alistó en las fuerzas anti rosistas.

Producida la caída de Rosas, luego de su derrota en la batalla de Caseros el 3 de febrero de 1852, en los meses que siguieron las provincias del interior llegaron a un amplio acuerdo con el general Urquiza, a quien dieron el mando provisorio del país y encargaron organizar la Convención Nacional que debería sancionar la Constitución. En Buenos Aires, en cambio, una alianza de unitarios y ex rosistas se negó a aceptar el acuerdo y rechazó sus cláusulas en la Legislatura.

Así las cosas, el 11 de setiembre, cuando Urquiza estaba en viaje hacia Santa Fe para inaugurar sus sesiones, los líderes unitarios derrocaron al gobernador delegado y rechazaron una vez más el Acuerdo. De hecho, se separaron del resto del país, iniciando lo que se llamó el Estado de Buenos Aires que si bien no era formalmente independiente, en los hechos se manejaba como tal. Urquiza quiso volver a la ciudad por la fuerza, pero a los pocos días cambió de idea e inauguró la Convención sin la presencia porteña quienes organizaron dos ejércitos: uno se estableció en San Nicolás, al mando del general José M. Paz, que pidió permiso para viajar al interior a tratar con los demás gobernadores, pero ante la negativa santafesina y cordobesa, comenzó a organizar una invasión a Santa Fe, que nunca se llevó a cabo.

El otro ejército invadió Entre Ríos en noviembre, dividido en dos cuerpos, uno al mando del Gral. Juan Madariaga y el otro con el Gral. Manuel Hornos al frente, pero la doble invasión fue derrotada por los entrerrianos.

El sitio de Buenos Aires

Los jefes de las milicias de campaña de Buenos Aires, en general ex colaboradores de Rosas, estaban descontentos con la separación de la Confederación Argentina. El Comandante de Campaña, coronel Hilario Lagos, se aseguró el apoyo de casi todos ellos y se pronunció contra el gobierno el día 1 de diciembre. En pocos días, dominaron los partidos del interior de la provincia y se dirigieron sobre Buenos Aires. La rápida reacción de las milicias urbanas, dirigidas por Bartolomé Mitre, evitó que la ciudad fuera tomada en el primer asalto, sin embargo las tropas de Lagos rodearon con un cerco militar la ciudad y, en menos de una semana, le impusieron sitio. El gobernador Manuel Guillermo Pinto se entrevistó con Mitre y con el coronel Pedro Rosas y Belgrano quien le aseguró que contaba con simpatías suficientes entre los indígenas en los cantones de la frontera sur, como para enfrentar a Lagos desde la retaguardia, entonces el gobernador Pinto envió a Rosas y Belgrano con unos pocos acompañantes al puerto del Tuyú, partiendo de Buenos Aires el 8 de diciembre, con la promesa de enviarle un fuerte refuerzo de infantería.

Apenas desembarcado, Rosas y Belgrano convocó a los caciques indígenas para que cumplieran sus compromisos de un año antes, en que habían prometido defender a Buenos Aires de un ataque exterior. La noticia de la expedición de Rosas y Belgrano levantó los ánimos de los porteños, mientras que los federales se dedicaron a tratar de detenerlo antes de que aumentaran las fuerzas a sus espaldas.

Rosas y Belgrano unió varios grupos dispersos y marchó hasta Dolores, donde logró reunir unos 3.500 hombres y algo más de 1.000 indios, regresando rápidamente hasta la costa del río Salado, a esperar la prometida expedición naval con armas y municiones, instalándose cerca de la desembocadura de este río, en su orilla sur, por consejo de Ramos Mejía, que no quería quedar con el río a sus espaldas. No obstante, como el lugar no era adecuado para acampar, poco después cruzaron el río y se instalaron en el "puesto de San Gregorio", apenas un monte de talas y un rancho, algo mejor que la ubicación anterior. Pero los refuerzos y armas no llegaron nunca: de los cuatro barcos en que debían ser transportados, tres fueron capturados por la escuadra de la Confederación, y el otro encalló. El jefe de la vanguardia del ejército de Lagos, Juan Francisco Olmos reunió algunos hombres y se estacionó en la Laguna de Lastra, actual estación Monasterio, donde fue repentinamente atacado por las fuerzas de Ramos Mejía, que, aunque con fuerzas inferiores en número, logró causarle 15 muertos y 8 prisioneros. Olmos se retiró en dirección a Chascomús, donde se unió al ejército enviado por Lagos, al mando del coronel Jerónimo Costa.

La batalla de San Gregorio

Al llegar frente al ejército enemigo, Costa puso a sus tropas al mando del general Gregorio Paz, en tanto Rosas y Belgrano delegaba el mando de las suyas en el coronel Faustino Velazco, recién incorporado al ejército porteño.

Las tropas de ambos ejércitos formaron como indicaba la tradición, con sus alas de caballería y su centro de infantería y artillería, sin embargo, antes de terminar de ubicarse, los indígenas del ejército de Rosas y Belgrano conferenciaron con los indios que venían en el ejército federal y, de común acuerdo, todos abandonaron el campo de batalla. Con ese cambio, la situación quedaba ampliamente a favor del ejército de la Confederación: casi en una proporción de 3 a 1; además, contaban con mejor armamento y mandos intermedios y más experiencia en las tropas, la única ventaja del ejército unitario eran sus mejores y más numerosos caballos.

Paz, que no estaba seguro del número de sus enemigos, inició el ataque con una carga de caballería muy cautelosa. Tanto, que fue fácilmente rechazada por las exiguas infantería y artillería porteñas. Pero cuando el teniente coronel Nicanor Otamendi, al frente de su escuadrón, pretendió contraatacar, sus hombres se negaron a obedecer y lo tomaron prisionero. Pasaron entonces dos horas de expectativa, con los dos ejércitos intentando mejorar sus posiciones, pero cerca de las 11, un tercio de la caballería unitaria desertó, huyendo por las orillas del río Salado.

Era el 22 de enero de 1853. Viendo la situación, Paz ordenó un ataque general de su caballería, que arrolló al ejército enemigo en minutos. Muchos de los soldados intentaron salvarse lanzándose al río, pero las barrancas de la costa les impidieron terminar el cruce y murieron ahogados; entre ellos estaba el coronel Acosta. Otros, como el coronel Velazco, quedaron encerrados contra las altas barrancas y fueron muertos. Los que fueron alcanzados antes por los oficiales que por los soldados, como Rosas y Belgrano, salvaron su vida y fueron tomados prisioneros al igual que Ramos Mejía y Otamendi. Sólo muy pocos pudieron escapar, entre ellos el coronel Campos y el joven José Hernández, luego autor del Martín Fierro. Al mediodía, la batalla había terminado. Las bajas por muerte, de ambos bandos, fueron poco numerosas, pero más de la mitad de los efectivos del ejército porteño cayeron prisioneros.

Nicanor Otamendi, como quedó dicho, estuvo entre ellos pero su hermano Belisario y su primo Dalmiro murieron en el campo de batalla. Como consecuencia los oficiales prisioneros fueron enviados al ejército de Lagos, y los soldados incorporados a las fuerzas de Costa, que se unió también al sitio de Buenos Aires, el que quedó más reforzado, permitiendo a Lagos cerrar el cerco sobre la capital.

Por esos mismos días comenzaba a sesionar la Convención Constituyente de Santa Fe, en la cual estaban representadas todas las provincias, menos la de Buenos Aires. Los federales organizaron elecciones en los pueblos del interior de la provincia y reunieron una legislatura en San José de Flores que eligió gobernador al general Lagos. El sitio se prolongó por varios meses más, con escaramuzas casi todos los días.

El 1 de mayo de 1853, la Convención de Santa Fe sancionó la Constitución Nacional, pero ésta fue desconocida por Buenos Aires, que no había participado en su sanción. Ante la deserción y empobrecimiento de sus posiciones y armas, finalmente, el general Urquiza ordenó la retirada hacia Rosario, seguido por Lagos. Desde entonces, la Confederación Argentina y el Estado de Buenos Aires funcionaron como dos estados independientes.

En los años siguientes, Buenos Aires sancionó su propia constitución, que dejaba abierta la posibilidad para una independencia definitiva, la que no se produjo debido a la derrota porteña al mando de Mitre a manos de Urquiza en la batalla de Cepeda el 23 de octubre de 1859 y la consecuente firma del Pacto de San José de Flores. Finalmente, en la batalla de Pavón, el 17 de setiembre de 1861, Mitre al frente de las fuerzas porteñas derrotó a Urquiza, al mando del ejército de la Confederación e inició lo que sería el camino a la unión definitiva de la Nación.

Pero sigamos con nuestro personaje. Después de liberado, Otamendi pasó a servir en las fuerzas del Gral. Hornos, el 5 de marzo de 1853, como teniente coronel de los Guardias Nacionales, siendo dado de baja en junio de ese año y pocos meses después reincorporado como teniente coronel de milicias fue destinado a la frontera interior para luchar contra lo indios araucanos que respondían a Calfucurá y Catriel.

El Combate de San Antonio de Iraola, una masacre.

Prestó su concurso en la defensa organizada para rechazar las incur­siones indígenas: en 1855 operó en combinación con las fuerzas del coronel E. Mitre batiendo a las indiadas comandadas por los caciques citados, las de Calfucurá habían cercado al coronel Laureano Díaz, encerrándolo circunstancias en la que fue reforzado por Otamendi y el capitán Alejandro Díaz.

Los indios atacaron en los campos de San Antonio, (actual partido de Benito Juá­rez), al capitán González el día 8 de septiembre de 1855, quien contando con pocos elementos de defensa, mandó un parte al jefe de la frontera del Azul, general Manuel Hornos, el que impartió órdenes al comandante Nica­nor Otamendi para que se pusiera en marcha con 80 hombres de su escua­drón y 50 húsares, a fin de batir a los invasores. En San Antonio la colum­na se vio hostilizada por los indios, razón por la cual el jefe resolvió atrincherarse en un corral de palo a pique, en los campos de Don. José Gerónimo de lraola los que después pertenecieron a su nieto, el Dr. Martín Jacobé y allí espe­ró el ataque.

En previsión de que las caballadas podían serle arrebatadas y a fin de no quedar a pie en medio del desierto, Otamendi las mandó encerrar en el corral en que se atrincheró.

En la madrugada del 12 de septiembre de 1855, los indios de la tribu de Yanquetruz (después autor del maloqueo al Tandil) atacaron el corral en número de 2200 hombres de pelea, luego de haber dejado numerosos muertos. Los indígenas fueron some­tidos a medianoche, pero al amanecer del día 13, Otamendi resolvió atacar, abriendo el fuego con un pequeño cañón y disparos de carabinas, A la ca­beza de sus soldados fue el primero en cargar contra el enemigo cayendo muerto en la puerta del corral. Los indios echaron pie a tierra y llevaron un ataque formidable con sus lanzas y boleadoras en medio de una gritería infernal, que hizo espantar a la caballada encerrada, lo que motivó que los animales pisotearan a los defensores.

El capitán Cayetano Ramos, que tuvo una actuación distinguida en el sitio de Buenos Aires, al salir del corral para atacar, también fue muer­to a lanzazos y así murieron 124 valerosos oficiales y soldados además de Ota­mendi y Ramos, uno a uno después de una lucha desesperada. Sólo un sol­dado de apellido Roldán se salvó de la matanza, quedando por muerto, y es el que dio los detalles de aquella trágica jornada. Inmediatamente de ocurrido el desastre, acudieron fuerzas del Azul y encontraron el lugar del suceso lleno de cadáveres. Ya era tarde…

El historiador tandilense Salvador Romeo, en su libro “San Antonio de Iraola”, por su parte, nos dice: al respecto: “El Comandante Nicanor Otamendi, en Azul, a las órdenes del General Manuel Hornos, recibe instrucciones con el fin de repeler la invasión. La columna del Comandante Otamendi sumaba 126 hombres. Apenas empezada la marcha, la caballería cristiana se vio súbitamente flanqueada por ligeras y numerosas partidas de indios que en el trayecto la obstaculizaban sin descanso. Casi acorralado llegó el bravo jefe a la estancia ‘San Antonio de Iraola’. Acosado y acometido, se vio obligado a dar desigual combate. Más de dos mil indios de Yanquetruz atacaron la madrugada del 13 de setiembre de 1855 a la fuerza de Otamendi. Ëste buscó un corral de palo a pique, donde también encerró a la caballada, para no quedar a pie en el desierto (sic). Lucharon bravamente, pero el número impuso la victoria. Allí murieron Otamendi, el segundo jefe Capitán Cayetano Ramos y sus hombres, lanceados. Salvaron la vida uno o dos soldados, según los documentos (...) Existe al respecto información inédita que vincula los resultados desastrosos de la hecatombe a las autoridades de la región, en forma tal que aquella dolorosa acción encierra todavía muchos misterios.”

El mismísimo coronel Emilio Mitre, Jefe de la Frontera Sur, en carta a su hermano Bartolomé, ministro de Guerra y Marina, relata los hechos de la siguiente manera: «Por lo que me ha dicho este soldado (Roldán), los indios fueron sentidos como a la media noche del día 12, y al amanecer del 13 nuestros bravos se encontraron rodeados por todas partes; pero sin que decayese su ánimo. A pesar de la inmen­sa superioridad numérica del enemigo, resolvieron defenderse hasta el último tran­ce dentro de un corral; los indios, para atacarlos en esta posición, echaron pie a tierra y los cargaron con audacia, sin que los contuviera el fuego constante de nuestros tiradores, hasta llegar contra los mismos palos del corral, en donde hicie­ron varios portillos para entrar, lo que consiguieron, debido en gran parte al des­órden que causó entre nuestros soldados el alboroto de los caballos que estaban en­cerrados dentro del mismo corral.

«El Comandante Otamendi que defendía la puerta, fué de los primeros que murieron, y habiendo logrado. algunos indios entrar dentro del corral, siendo cada vez mayor el desorden que causaban los caballos, el capitán Ramos que había quedado al mándo de las fuerzas, mandó salir afuera, donde no pudo seguirlo di­cho soldado, aunque después lo vió muerto lo mismo que a los demás compañeros".

«Esta noticia me la ha confirmado también el mayor Lescano, el cual lle­gó a "San Antonio” pocas horas después del combate, y vió que nuestros muertos estaban fuera y dentro del corral. Por lo que dejo dicho, se puede calcular que las descubiertas del Comandante Otamendi no habían en el día descubierto a. los indios, los cuales, probablemente permanecieron ocultos en alguno de los gran­des bajos que hay en esos campos.

“Este suceso fatal ha facilitado a los indios para dar un golpe con ventaja, pero también ha servido para mostrar el valor heroico de nuestros compañeros, va­lor que confío sabrá imitar la División del Sur, con la confianza de que no está le­jos el día en que podamos vengar la sangre de los valientes Otamendi y Ramos y demás Oficiales y soldados que han perecido en tan heroico como desgraciado combate. Dios guarde a V. S. muchos años.”

Según cuenta la tradición familiar de los Otamendi, trasladada de generación en generación, habría ocurrido un hecho poco divulgado y casi legendario que relata que a la muerte de Nicanor Otamendi, varios indios comieron su corazón para obtener así los valores de su valentía….

En cambio, se tiene certeza que cuando Yanquetruz murió borracho en una riña en Bahía Blanca, el cacique vestía la chaqueta de Otamendi….También nos dice don Carlos Otamendi-recordemos sobrino bisnieto de Nicanor-que días antes del combate, y previendo posiblemente su cercano fin, Nicanor envió con un chasque su sable y su reloj de oro a su madre. Hoy el sable está en poder de los Dupuy Otamendi .

El gobernador Pastor Obligado envió a su padre, José Martiniano, en ese momento diputado en la Legislatura, una nota de pésame. Un mes después de la masacre, el gobierno celebró en la catedral de Buenos Aires los solemnes funerales.

Hoy el pueblo Comandante Nicanor Otamendi, en el partido de Gral. Alvarado, recuerda a este héroe. La historia de esta localidad se remonta a comienzos del siglo XX, cuando Balbina Josefina Otamendi de Iñurrigarro, donó en 1910 un predio para la instalación de una estación del FFCC del Sur, que en 1908 se había decidido crear en la zona., la que se bautizó originalmente con el nombre de Dionisia, como homenaje a la madre de la donante. Finalmente en febrero de 1911 se abrió la estación, simultáneamente con la de Miramar. Luego de ello, doña Balbina autorizó el loteo de sus tierras circundantes a la estación para fundar un pueblo que llevaría el nombre de su tío abuelo y cuya traza quedó a cargo del Ing. Gustavo Otamendi-familiar de la donante.

En 1952, el poder Ejecutivo Nacional, resolvió eliminar el nombre de “Dionisia”, que correspondía a la estación ferroviaria, unificándose con el de “Comandante Nicanor Otamendi”, que fue el del pueblo desde su fundación. En octubre de 1975, por el decreto 6682/75, sancionado por el gobierno provincial, el pueblo fue elevado a rango de ciudad, ocupada hoy por aproximadamente 7.000 habitantes y que con la zona rural se estima que llega a 10.000.

Daniel Eduardo Pérez