domingo, 21 de marzo de 2010

LA MAPUCHIZACIÓN DE LAS PAMPAS

LA ARAUCANIZACIÓN DE NUESTRAS PAMPAS


La historia de nuestro Tandil tiene además de los hombres por todos conocidos, otros que pertenecen al pasado más remoto y que es de aborígenes que habitaron este suelo, luego de haber desplazado a los pampas. Algunos adquirieron fama y llegaron hasta nosotros por sus hazañas o antihazañas.
En este artículo-seguramente polémico especialmente para quienes no comparten los términos- trataremos, apretadamente, de dar un panorama de lo que fue el proceso de araucanización de nuestra llanura pampeana y la consiguiente desaparición de los verdaderos antiguos habitantes-dueños de estas tierras.
En el tomo I de nuestra "Historias del Tandil", dimos a conocer el poblamiento más antiguo de la zona. Los estudios más recientes reafirman que pobladores provenientes de allende los Andes, del actual Chile más exactamente, invadieron nuestro territorio y paulatinamente fueron absorbiendo a las culturas originarias de estas llanuras, sobre cuya denominación hay varias teorías-posturas-denominaciones- pero que en definitiva se trató de aquellos que llegaron tempranamente del sur patagónico y aquí se instalaron como nómades con sus costumbres, su o sus lenguas y que estaban cuando vinieron los primeros españoles, en el siglo XVI. Son varios los autores que a ellos los denominaron pampas, pero que es abarcativo de varios otros, presentando prima facie una confusión en la que todavía no hay un acuerdo definitivo, al menos que nosotros conozcamos.
LOS PAMPAS
Vocablo de origen quechua que significa llanura, denominó a estos indígenas citados por varios de los viajeros y por los misioneros jesuitas desde el siglo XVII en adelante, que los encontraron en estas extensas tierras y más exactamente entre las sierras del Tandil y las de Ventania o Casuhati-en lengua pampa-como los aborígenes que las poblaban desde muy antiguo, denominados-según el autor- también como serranos y confundidos en algunos casos con nombres como los de borogas y otros.
Si nos atenemos a los valiosos estudios del más importante tehuelchista, Rodolfo Casamiquela, esta zona fue poblada tempranamente por los tehuelches septentrionales, también denominados guénaken o günuna -kena., conocidos posteriormente también como puelches, pero ya bajo dominación araucana, dado que el nombre en esa lengua significaba “habitantes o gente del este” (puel: este y che: gente). Misioneros jesuitas como Falkner, a mediados del siglo XVIII, los llamaron chechehet (Ver “Entre los Pampas de Buenos Aires”).
Lo cierto es que desde Sánchez Labrador en su Paraguay Cathólico y otros misioneros contemporáneos suyos, los pampas aparecen como los pobladores indiscutidos de esta zona. Ya el padre Ovalle (1643) citaba a los pampas y algunas de sus costumbres y hasta sus armas: boleadoras, arco y flecha, describiéndolos además como grandes caminadores por sus características nómades, al igual que lo hicieron los padres Falkner y Lozano.
Algunos autores- incluidos locales- han insistido hasta el cansancio en ensalzar a los araucanos o mapuches, como los habitantes más importantes de nuestra zona, dejando de lado cómo fue que llegaron a dominar estos territorios y posteriormente imponer lo más destacado de cualquier conquista: su cultura y su lengua.
La más antigua referencia en la zona sobre relaciones entre pampas y araucanos la hizo Juan de Garay cuando en 1582 recorrió la zona bonaerense hasta lo que es hoy la actual Mar del Plata y dejó testimoniado el comercio de intercambio y si bien son muchos los autores que hablan de una gradual y pacífica dominación por parte de los araucanos- a los que luego y más recientemente, comenzó a denominarse mapuches ( gente de la tierra)-, los hay, en contraposición, quienes refieren sus cualidades guerreras y su apropiación de las tierras de la zona pampeana por vía de la conquista, posterior mestización con las mujeres pampas y la cuasi desaparición de los hombres de ese origen. .Lo cierto es que aquí quedó plasmado lo que en la historia universal se considera como el signo de la dominación total: la impronta de su cultura y especialmente de su lengua, y en ese sentido debemos aceptar que prácticamente casi todos los topónimos que hoy se usan son mapuches. De la lengua de los primitivos pobladores casi nada quedó, sólo algunas pocas palabras tales como: casu, cerro; gleter, padre; meme, madre; het, gente; kel, zorrino; chui, país; ya, cacique; tehuel, sur; auenk, lengua; yagep, agua; apubiuk, sol; atek, tierra; kua, yo y keman, tu, entre otras pocas.
Lo cierto es que en el siglo XVIII y más decididamente en el siguiente, fueron los absolutos dominadores de nuestras tierras hasta el oeste y norte patagónicos, llegando hasta las proximidades de la misma Buenos Aires.
Así las cosas, resulta difícil sostener que los primitivos habitantes de nuestras tierras fueron los araucanos-mapuches, cuando en realidad fueron-a la luz de los siglos-los recién llegados, casi como los blancos, con quienes se enfrentaron y se aliaron en vaivenes socio-políticos-militares. Fueron en realidad el último elemento indígena que se estableció en el país, en un proceso aún no acabadamente estudiado y sujeto a polémicas.
En estas consideraciones no faltan las posturas extremas de uno y otro lado y desde exaltar a Calfucurá como un genio estratega, en una sesgada visión de los malones-por ejemplo-a tratar de genocida a Roca, contra la posición de quienes sostienen que fue quien geopolíticamente actuó por razones de estado en la necesidad de preservar la Patagonia bajo soberanía argentina, ante la posibilidad cierta de su chilenización por arte del agresivo poblamiento araucano o chileno.
Un estudioso, científicamente el más importante, en materia de los aborígenes patagónicos, el ya citado Rodolfo Casamiquela, se ubica decididamente en esta tesitura, lo que le valió numerosos encontronazos con la dirigencia mapuche actual de la zona patagónica. En tanto, ideologizados autores como Osvaldo Bayer, quieren borrar de la historia a Roca, que no hizo sino cumplir con el mandato de la Ley Nº 215 .dictada por el Congreso Nacional de la República Argentina.
¿Cuál es la verdad?
Puede haber interpretaciones, visiones diferentes, lo que no puede haber en ciencias es dos verdades sobre un mismo tema. Como decía Unamuno “no me dividan la verdad”, verdad hay una sola….interpretaciones puede haber varias, sobre todo tratándose de ciencias sociales.
Casamiquela sostiene que: “Estudié y aprendí que primero vino el mundo tehuelche paleolítico, muy antiguo. Los antepasados de sus antepasados se remontan a 10 mil o 12 mil años atrás y evolucionan en la Patagonia. Mucho después de la llegada de los españoles, alrededor de 1600, el caballo permite que los tehuelches copen todo el ámbito pampeano y Neuquén. En esa misma época empieza la mapuchización”.
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Hubo un sincretismo religioso y. lo tehuelche se mapuchizó. Pero el mapuche como pueblo estaba del otro lado de la cordillera.”
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Por ello digo que acá no había ningún mapuche en 1865 y que recién llegaron en 1890, digo que es la historia, no la invento”.
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En 1960 como un homenaje, el Primer Congreso del Área Araucana Argentina propuso que a los araucanos se les dijera Mapuche como en Chile”
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”.Los primeros se radican en el centro de La Pampa en 1820 y en 1890, al sur del río Limay Negro, los primeros pobladores de origen chileno fueron los mapuches.”

Por su parte Martínez Sarasola sostiene que “…los araucanos acceden al poder de la zona pampeana por a) la extinción de los caciques tehuelches en La Pampa y Río Negro y b) las victorias militares, procesos que culminarán ya en el siglo XIX con la llegada de Calfucurá a Salinas Grandes ” que señalará le hegemonía definitiva de los araucanos
Norberto Ras va más atrás en el tiempo y recuerda los desastres ocasionados por los araucanos a los tehuelches entre fines del siglo XVIII y principios del XIX en Longuiñeo, Senguer y Piedra Sotel, que significó “la masacre de los tehuelches”, el mismo Ras señala que ya avanzado el siglo XIX, los araucanos se comportarían como verdaderos conquistadores culturales pero también por la vía de los hechos violentos. Habían pasado los tiempos del gran cacique Cacapol y de su hijo Cangapol o Cacique Bravo, citados por los misioneros jesuitas de la Reducción de Nuestra Señora del Pilar (en la actual Sierra de los Padres).
Más adelante, antes y después de la fundación de Bahía Blanca (1828), hubo otros caciques destacados de ese origen como Tretuel, Lepil, Curitripay y otros como Chanil, en el Río Colorado.
Los pampas y tehuelches que aún resistían caer bajo el dominio de los mapuches quedaron apresados entre éstos y los blancos, su ubicación en el sur bonaerense era muy expuesta y la disponibilidad de recursos comestibles y de .ropas era cada vez mas difícil de superar pasando periodos de francas hambrunas. La experiencia que tenían de muchos años sobre el tema les enseñaba que serían los más castigados. Seguramente en la tradición oral el recuerdo de caciques como Mayupilqui Ya, Yahati y otros era suficiente como para tenerlos sosegados.”- afirma Ras.
Por su parte, estudiosos como Julio Vezub (2005) y otros prestigiosos como Bechis, Boccara, Mandrini y Villar, sostienen que “...el proceso de construcción de una forma genérica de la identidad se remonta por lo menos al siglo XVIII. A principios del siglo XIX estaba consolidado en la Pampa y en el norte de la Patagonia, y pocas décadas después, siempre antes de las campañas militares, el mestizaje y la hibridación cultural alcanzaban la actual provincia de Chubut, fruto de los enfrentamientos por la territorialidad, la toma de cautivos, las alianzas cambiantes, el comercio de media y larga distancia, los canjes de mujeres y los matrimonios interétnicos con fines políticos”
La supremacía mapuche en todos estos hechos descriptos por Vezub, ponen de manifiesto la absorción de las etnias pampas hasta su casi desaparición.
Cuando en 1875 el recordado Perito Francisco P. Moreno afirmaba que en su recorrida por el norte patagónico, encontró grupos indígenas que hablaban una lengua que no era ni mapuche ni tehuelche y que le refirieron que sus antepasados habían habitado las sierras bonaerenses, Moreno creyó hallarse con los restos de los antiguos pampas, que en su tiempo se dudaba si eran confundidos con los mapuches que ya se habían instalado en Salinas Grandes. Después se supo que lo que Moreno vio eran puelches-guénaken, descendientes directos de nuestros pampas antiguos.
Siguiendo ahora a Rubén Guaman Carrasco sobre el tema de la araucanización, este autor nos dice:” Sucedió que a principios de 1800 la antigua población pampa que hasta entonces dominara la inmensa llanura comenzó a desaparecer, siendo reemplazada por otra de caracteres distintos y de estirpe araucana o mapuche”.
El investigador chileno Álvaro Bello, por su parte, en su trabajo:” El viaje de los mapuches de Araucanía a las pampas argentinas...”, Santiago de Chile, 2000,
sostiene que “Diversos autores se han referido a los procesos de movilidad espacial mapuche durante los siglos XVII al XX. La araucanización de las Pampas, el intercambio comercial y las alianzas militares y las malocas son temáticas relevantes en el estudio de los procesos históricos del pueblo mapuche y en los estudios denominados “de frontera”.
La llegada de los mapuches al Puelmapu (tierras del este) tenía especial significado y les daba un status especial a quienes aquí venían....
Las Pampas, son para los mapuches de la Araucanía, un espacio de confluencia de múltiples disputas e intereses”.-nos dice Bello.
En la “Proclama Mapuche-Tehuelche” del 15 de julio de 2004, datada en Puelmapu (territorio mapuche en el Chubut), se hace referencia al Wallmapu como sus territorios y a “nuestro mapuzungun, el habla de la tierra, nuestro idioma...”
Allí definen claramente su postura respecto a su visión como pueblo y dicen: “No somos ni chilenos ni argentinos, ni neuquinos, ni chubutenses, somos Mapuche, gente de la tierra” y sostienen que al nacer los Estados dividieron “nuestro territorio en dos”, no reconociendo en forma implícita, que originalmente fueron del oeste chileno.
Cuando se fundó nuestro Fuerte de la Independencia en 1823, ya la mapuchización era evidente y los años posteriores acentuaron ésta, que fue una conquista, aunque a algunos les cueste aceptarlo....
En esta apretadísima e incompleta síntesis por obvias razones de espacio, queda claro-así lo creemos-que en estas tierras de la llanura pampeana donde está enclavado Tandil, los antiguos, primitivos, originarios habitantes descendientes de aquellos prehistóricos pobladores, fueron lo llamados pampas. Sin embargo de ellos no nos quedó prácticamente nada porque, por la vía que se prefiera, la araucanización o mapuchización de ellos llevó a su casi desaparición en menos de dos siglos…entonces: ¿no sería prudente, justo y legítimo reivindicar a aquéllos y no tanto a quienes los conquistaron, cualquiera haya sido la vía o el método hasta hacerlos desaparecer?
Las modas también se dan en las consideraciones de carácter histórico y hoy parece que es tiempo que en estas tierras, éstas y no otras, se viva reivindicando a los araucanos-mapuches, aquéllos que llegaron hasta aquí tardíamente e impusieron su forma de vida y su lengua, que es la manera más perdurable de una verdadera conquista, como ya lo hemos expresado.


Daniel Eduardo Pérez

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