jueves, 8 de julio de 2010

EN NUEVO ANIVERSARIO DE LA INDEPENDENCIA

194º ANIVERSARIO DE LA INDEPENDENCIA


Al cumplirse hoy los 194 años de la Declaración de la Independencia de nuestro país por parte del Congreso de Tucumán, creemos que resulta propicio meditar acerca de aquella histórica decisión y los contenidos que en el presente conlleva como mensaje para todos los argentinos.
La Revolución de Mayo, de la que celebramos jubilosamente el Bicentenario, había abierto el camino para que se sumasen el resto de las ciudades-luego provincias-de lo que luego sería Argentina y así, once que hoy son las capitales provinciales, más cuatro del entonces Alto Perú aceptaron y firmaron el Acta. Sólo las del litoral y la Banda Oriental (hoy Uruguay) no lo hicieron.
Aquel martes 9 de Julio de 1816, a partir de las dos de la tarde y bajo la presidencia del representante sanjuanino don Francisco Narciso Laprida, el Congreso concluía con la redacción de la famosa Acta de la Independencia.
Era en sí misma la concreción de un acto de coraje, como lo llama Félix Luna, porque las circunstancias así lo determinaban, dado que como el mismo historiador nos explica:

“En el norte del continente, Bolívar había sido derrotado. Chile estaba nuevamente en manos de los realistas. Los españoles amenazaban Salta y Jujuy y apenas si eran contenidos por las guerrillas de Güemes. Para empeorarlo todo, Fernando VII había recuperado el trono de España y se preparaba una gran expedición cuyo destino sería el Río de la Plata. La Banda Oriental estaba virtualmente ocupada por los portugueses. Y en Europa prevalecía la Santa Alianza, contraria a las ideas republicanas. En ese momento crítico los argentinos decidimos declararnos independientes. Fue un gran compromiso, el rechazo valiente de una realidad adversa. Era empezar la primera navegación de un país independiente, sin atender las borrascas ni los riesgos. Un acto de coraje”.

Aquel documento, firmado por 29 congresales, también tuvo en las permanentes demandas del entonces Gobernador Militar de Mendoza, el Gral. Don José de San Martín, a un protagonista trascendente, dado que lo consideraba indispensable y fundamental para su plan de libertar el resto de los pueblos de la América del Sur, en medio de la ya citada adversidad internacional.
Coincidimos con el padre Rafael Braun cuando dice que “celebrar
un cumpleaños no es lo mismo que celebrar el aniversario de una institución privada o pública. Las personas viven un número limitado de años en esta tierra: nacemos, crecemos, envejecemos y morimos. Las comunidades políticas tienen un destino incierto porque son artificios culturales. Nacen, pero no siempre crecen y maduran. Tienen una duración imprevisible, y muchas veces fracasan en alcanzar el objetivo que se propusieron sus padres fundadores
Por ello es necesario reflexionar con serenidad lo que aquel conjunto mayoritario de las provincias logró en 1816 en Tucumán, en esa asamblea común y conjunta en la que declararon su independencia iniciando el camino para diseñar su primera constitución, que se firmaría tres años más tarde.
Un historiador serio realiza una interpretación de la realidad que, al hacerla, sabe que no es la única posible, ello es lo propio de la vida académica. Cuando se recuerda un pasado compartido se lo hace tanto desde la mente como desde el corazón, pero siempre desde la verdad, que es la mejor forma de amar a nuestra Patria.
Miremos entonces al futuro y repasando el preámbulo de la Constitución Nacional, redactado años más tarde de lo que celebramos, encontraremos un conjunto de objetivos que nos ofrece una visión y una guía para nuestra conducta ciudadana: “Constituir la unión nacional, afianzar la justicia, consolidar la paz interior, proveer a la defensa común, promover el bienestar general, y asegurar los beneficios de la libertad, para nosotros, para nuestra posteridad y para todos los hombres del mundo que quieran habitar en el suelo argentino”. Sin duda, principios capitales para poder afrontar en nuestra sociedad pluralista, el desafío de construir ese futuro desde la creatividad de un pensamiento libre, desde la escucha recíproca, desde el respeto y aprecio de las diferencias, y así lograr pacientemente consensos encaminados a aproximarnos al horizonte deseado.
Tenemos entonces que construir desde la amistad social. Dejando de lado la soberbia de la inteligencia, que nos hace pensar que somos omniscientes, y de la soberbia de la voluntad, que nos hace creer que somos omnipotentes. Avivemos el deseo de construir el tercer siglo de nuestra vida independiente con humildad, alegría y amor, buscando grandes objetivos para el bien común, sin bajar los brazos.

Celebramos así el proceso por el que, a partir de allí, con dudas, desavenencias y conflictos, algunas de aquellas hermanas de la colonia, fueron sumándose hasta reunirse en aquel 1816 como“Provincias Unidas de Sud América”, para dar esta vez un sí conjunto, propio y voluntario al afán de ser “una nación libre e independiente …”.
En un país cosmopolita y en medio del proceso general de globalización que vivimos, creemos que resulta necesario afrontar los desafíos presentes y futuros en un clima de unidad nacional , creado a partir de lo racional y lo espiritual, que reavive en el alma esa maravillosa emoción colectiva que se llama patriotismo.
Ese patriotismo que en 1816 logró que unitarios y federales dejaran de lado sus discrepancias tras un objetivo superior. Entre ellos había abogados, militares, comerciantes y sacerdotes. Después, continuaron siendo adversarios, y algunos hasta tuvieron finales trágicos.
Desde aquel punto de partida que fue Mayo, se prosiguió en la construcción de una nación que conllevó luchas internas y externas-recordemos por ejemplo las campañas libertadoras del Padre de la Patria-para plasmarse en la continuidad de aquella Acta definitoria de buena parte del porvenir, enmarcados en un pensamiento que compartimos: “ningún país puede ir hacia delante si no es por la fuerza del espíritu que lo alienta, si no es por la puesta en práctica de los ideales que inspiraron a estos hombres”.
Esta Argentina de hoy, este pueblo que celebra sus 194 años de vida independiente, no puede relegar ni desprenderse de ese legado, aunque padezca períodos de temor y desorientación, aunque se yerre mientras se avanza, siempre nos debe guiar la voz de la libertad, de la dignidad humana, de la responsabilidad ante nosotros mismos.
Ni azares sorpresivos, ni quebrantos accidentales, ni crisis ni temor alguno, pueden torcer su destino ni apagar su fecunda vocación de grandeza, mientras respaldados en la historia, se conserve la fe en el porvenir.
Como bien dijo el poeta Francisco Luis Bernárdez:
Ninguna fuerza de la tierra podrá torcer este designio y este rumbo.
Por algo hay cielo en la Bandera y un gesto noble y fraternal en el escudo.
¡Gracias, Señor, por esta tierra de bendición y porque somos hijos suyos!

DANIEL EDUARDO PÉREZ
Presidente
JUNTA DE ESTUDIOS HISTÓRICOS DE TANDIL

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