lunes, 5 de septiembre de 2011

VIEJAS COSTUMBRES TANDILENSES

COSTUMBRES TANDILENSES DE OTROS TIEMPOS

Las sociedades van adoptando modas, costumbres….según pasan los años…

No sólo la ropa, el calzado, la comida, las bebidas, la música, etc., van cambiando. El uso del tiempo personal y colectivo también. Tandil no fue ni es ajeno a todos estos cambios, potenciados hoy por los medios y la publicidad. Nuestra propuesta es recordar juntos, amigo lector, aquellos tiempos pasados…

Hace apenas cincuenta años, era común que nuestros padres y sus amigos se reunieran a conversar y previo al almuerzo se tomaran un vermouth, un copetín, a manera de despertador de apetito…aperitivo que le dicen…

El Gancia, el Martini, el Fernet, la Ferroquina Bisleri, la Xerez Quína el Cinzano, el Campari…constituían las bebidas infaltables, a veces junto a la soda, que eran usadas para ello, acompañadas de maníes (con cáscara, por supuesto), aceitunas y algo de queso y salamín (aunque el auge de estos dos últimos fue más reciente).

Anís (el famoso 8 Hermanos, etiqueta azul o roja), Hesperidina, Oporto y licores varios, además de Legui y en verano, la granadina, eran para otros momentos del día y allí las damas se prendían…

Los pibes de la época, luego de la escuela y mientras tomaban “la leche”, (el café con leche o el matecocido, la cocoa, la cascarilla o el Toddy), escuchaban por la radio “capilla” o las más “modernas” (pero igualmente a lamparita), las apasionantes aventuras de Tarzán o de Poncho Negro o del Hombre Invisible (desarrollo de la imaginación que le dicen…), después que nuestros padres escucharan la radionovela El León de Francia, o las creaciones de Juan Carlos Chiappe o A.Bates, calentados por la cocina “económica” a leña o las recordadas estufas a “gas de querosén” con “velas” o el calentador Bram Metal, que entibiaban un poco el ambiente hogareño, después que las escarchas duraderas de los inviernos provocaran en niños y no tan niños, los consabidos sabañones. Después, especialmente en primavera y verano, un poco de “jugar a la pelota” en la calle o en un potrero si lo había cerca…o a las figuritas (la arrimada y tapadita) o la bolilla (la quema)…mientras los hombres escuchaban en las radios los programas deportivos…

Entre niños y adolescentes, la compra o intercambio de las revistas de historietas era un rito importante, que se esperaba con fruición. Por eso nos detendremos algunas líneas más en este apasionante tema de las historietas que hicieron época (para placer de nuestro Director…).

A mediados de los años cuarenta, la publicación de tres revistas inició una nueva era, una especie de edad de oro que no se prolongó mucho más allá de la entrada de los sesenta: Rico Tipo (1944), Patoruzito (1945) e Intervalo (Editorial Columba, 1945) reinaban, en tanto la Ed. Abril acercaba al país al grupo italiano de Pratt y Ongaro, que marcaron época y el espectro se completaba con la antigua Billiken, para los chicos. Dentro de la historieta seria se destacaba Vito Nervio, al principio realizada por Augusto Cortinas (guiones) y Mirco Repetto (dibujos) y luego de 1946, por Leonardo Wadel y Alberto Breccia.

En 1947 apareció la revista Salgari, donde el personaje Misterix (de la dupla Ongaro-Campani) adquirió tanta popularidad, que en 1948 decidieron editar su propia revista, al principio conteniendo material de origen italiano para ir paulatinamente añadiendo obras de autores argentinos.

En 1951, en la revista Cinemisterio, publicó su primer trabajo Héctor Germán Oesterheld, que se convertiría en uno de los guionistas más importantes del país, ícono de la historieta argentina… Al año siguiente-1952- se publicó el que sería el primer éxito de Oesterheld: Bull Rocket, con dibujos de Paul Campani en la revista Misterix. Tres años más tarde, junto a su hermano Jorge, creó la Editorial Frontera donde aparecieron versiones noveladas de Bull Rocket y Sargento Kirk y dos años más tarde editaron las revistas Frontera y Hora Cero, mensuales y con historias completas. El 4 de septiembre de 1957 apareció Hora Cero, Suplemento Semanal, dedicada a las historias continuadas (desde 2005 se festeja el Día de la Historieta los 4 de septiembre en honor a esta publicación). Es en esta revista que comenzó a publicarse El Eternauta, un clásico de la historieta argentina, con guión de Oesterheld y dibujos de Francisco Solano López. Ese mismo año Columba sacó una nueva revista: D'Artagnan y Landrú lanzó la suya que llevaba el nombre de uno de sus personajes: Tía Vicenta, dedicada al humor.

De la mano de dibujantes como Alberto Breccia, Francisco Solano López, Hugo Pratt, Daniel Haupt y Gustavo Trigo, se introdujo la escuela expresionista que se manifestaba, entre otros rasgos, en el cultivo de los contrastes de tono; en la línea escueta; la neta definición de tipos faciales y corporales extremos y en la presencia permanente de detalles que remitían a lo terrible o lo grotesco.

Es también en esta década que surgió otro de los íconos historietísticos argentinos: Mafalda, de Quino. Esta tira, que fuera pensada para la publicidad de una línea de electrodomésticos, hizo su debut en las páginas de Primera Plana el 29 de septiembre de 1964. En 1965, por diferencias con los editores, Quino trasladó su tira hacia el diario El Mundo, de gran circulación a nivel nacional. Un año después Mafalda se multiplicó en diarios de todo el país y también de Uruguay y hacia fin de año se publicó el primer libro recopilatorio, agotado en dos días.

En 1966 hizo su debut un historietista paraguayo, de gran trayectoria en la Argentina: Robin Wood. Lo hizo en la revista D'Artagnan junto al dibujante Lucho Olivera con una historieta llamada Aquí la retirada. Un año después, la misma dupla publicó el primer episodio de su exitosa obra, Nippur de Lagash. El Cabo Sabino y “las mejicanas”- a color-fueron también muy requeridas.

La compra de estas revistas: Misterix, Patoruzito, Poncho Negro, Rayo Rojo, el Tony, (.qué dibujantes y guionistas!), era un rito infaltable, en tanto nuestras madres leían Para Ti, Damas y Damitas, Vosotras, Mundo Argentino o la más restringida Selecciones y nuestros padres, las famosas revistas deportivas El Gráfico y Goles y en algunos casos La Chacra….

Fueron los tiempos en que a los chicos nos daban “tónicos”… oporto batido con yema de huevo, canela y leche (riquísimo) que llamaban “candeal” o el horrible “aceite de hígado de bacalao”, la “emulsión de Scott”…o lisa y llanamente un “jugo de carne exprimida” y se nos curaba con ¡”cataplasmas “y “ventosas”!…

Ya adolescentes, en los “asaltos”, se tomaba Cubana sello verde o rojo, algún wisky o ginebra y pitando el Particulares corto sin filtro (negros), los Fontanares de Oro o los Comander o Saratoga, entonaban el ánimo, mientras se “relojeaba” alguna interesante “piba” luciendo las provocativas minifaldas (surgidas en los ’60 ) y se la sacaba a bailar entre los sones de algún bolero o de un foxtrot, que el fiel Wincofon reproducía de los discos de 33, 45 o 78 rpm.……

Comprar cigarrillos importados “de contrabando” en “kioscos especializados” era ya un placer supremo, fueran los Chesterfield o los Camel…..eran otra “cosa”, porque además de buenos, tenían el sabor de lo prohibido.

El club, el bar del barrio o lugares donde se ofrecían picadas de “20 platitos” (la Estación, el de Colón y Garibaldi….) eran concurridos habitualmente. Claro que también había lugares muy especiales, únicos, donde el tandilense se ufanaba ante invitados “de afuera”,ofreciendo un verdadero lujo en “lo de Tolosa”.

Desde el legendario "Tokio", al "Victoria" o al "9 de Julio"-por sólo mencionar unos pocos famosos en la memoria popular -muchos fueron los" estaños" donde nuestros padres y abuelos se acodaron y las mesas a las que se sentaron para beber una copa como para "calentar el garguero" en los fríos días de los inviernos tandilenses., pero en Las Heras, entre Alsina y 4 de Abril-querido barrio del Club Excursionistas-estaba el almacén "San José" del matrimonio de José y Micaela Tolosa, el que en 1951 fue transformado por su hijo Ignacio en el "Bar Tolosa". Nacía con él lo que a la postre sería un hito en el rubro y centro de reunión de los vecinos.

Sus copetines alcanzaron fama nacional y no sólo los disfrutamos los tandilenses, sino además cuanto turista o visitante ilustre llegaba a la ciudad. Fina platería y cristalería servían de regocijo visual, para acompañar las exquisiteces que doña Herminia ponía a disposición de la clientela, que además podía elegir la bebida de su preferencia de la bodega más importante que tuvo Tandil, porque don Ignacio tenía la "debilidad" de nutrirla con las marcas y procedencias más variadas. Champán francés, vodka ruso, wisky escocés, coñac español, vinos italianos, chilenos, franceses, españoles y de cuanta nacionalidad hubiera en el mercado, estaban allí cuidadosamente estacionados a la espera del paladar más exigente.

Allí se reunían desde maduros vecinos hasta jóvenes con sus novias, provenientes de los más variados orígenes. No faltaron las mesas donde la política quedaba de lado y la amistad superaba barreras de otro forma infranqueables para la época: peronistas, radicales, conservadores-don Ignacio era de los de la boina roja-disfrutaban de la atención de este verdadero artista de la especialidad.

“Lo de Tolosa” cerró en 1991, cuando Susana y su esposo, Ignacio Barbeito, cerraron.

Más cerca en el tiempo, la picada se extendió como una cuasi comida donde los reyes eran los embutidos y quesos tandileros, cuya fama ha atravesado fronteras y entonces “la picada” era-y es- una comilona de variedades de quesos increíbles y además de salames y salamines de todo tipo.

Así fueron surgiendo las casas que hoy conocemos donde tandilenses y turistas gozan, con sus paladares bien dispuestos, de estos manjares exquisitos por los que muchos viajan exclusivamente para degustarlos a nuestras serranías…

Los bares fueron despareciendo, los de los clubes ya no son los mismos…el mus y el truco lo juegan los “viejos”…

Hoy los jóvenes toman variedad de bebidas, casi todas alcohólicas, siendo el fernet con coca cola de las preferidas. Son las bebidas que en “la previa” y dentro de los locales bailables, consumen en grado abundante, hasta hacer mucho más frecuente ver a los adolescentes alcoholizados que otrora….

De la “vuelta al perro” de los domingos con los viejos o ya solos “a la pesca”, queda poco y nada. Volvían de pasearnos por las-para nosotros aburridas- vidrieras de Gath y Chaves, de La Pampa Florida, del Trust Joyero… para ir, al regreso, a lo de Arenas y comprar sus exquisitos pasteles o a la impar pizzería de los Carrillo, donde fritaban la empanadas a la vista del paseante por la vereda……y la muzzarella con anchoas era la estrella resplandeciente, la que al llegar a casa satisfacía el hambre contenido…

Los cumpleaños infantiles y juveniles eran el “chocolate con masitas” , la infaltable torta y alguna bebida sin alcohol. El cotillon, los juegos, etc. eran desconocidos….

Los del secundario, en los citados asaltos, juntaban unos pesitos, pero agrupaciones, viajes de egresados, farándula, etc.etc., no existían y al son de los discos de pasta y el Wincofon, se bailaba “apretado”, con una Cubana en la mano…y algún “filito” se lograba (“el levante” de hoy…).

Dejemos en claro que era la época en que se comenzaba el secundario de pantalones cortos…si, cortos… y pasar a ponerse “los largos”, era casi una ceremonia que daba otro estatus.

La pelota en la calle, el básquet y el fútbol en algún potrero, las “veladas” en el teatro, las “escapadas” y a los veinte, el servicio militar que nos ponía a los varones en el límite de la “hombría”, eran etapas infaltables….luego ya se era otra cosa…

El cine continuado y las series dominicales en el Salón Parroquial, las argentinas del Súper y las de cowboy en el Americano reo, con “sanguche” de mortadela en mano, constituían estaciones infaltables de la muchachada.

La bohemia de los mayores, los debates, las reuniones literarias, se fueron esfumando y se fueron transformando en “rara avis” hoy extintas….

Muchos de ellos tenían sus segundas casas en los clubes de barrio, las parroquias, los partidos políticos, las agrupaciones juveniles (de colectividades, de ayuda al prójimo, etc.) y en esos espacios se practicaba deporte, teatro, canto, se veía cine, se organizaban trabajos barriales y comunitarios.

Años en que la leña hacía lo que hoy el gas permite, de Misiones venía la yerba en bolsas y de Mendoza o San Juan las bordalesas para la venta del vino suelto, así como los porotos, garbanzos, harina, harina de maíz, etc. también se vendía suelta al kilo, envolviéndolos con el tradicional papel de “estraza” (hoy lo conocemos como papel madera).

No faltaban los cigarros, de tabaco fuerte de “hebra negra” que habitualmente armaban los mismos fumadores, para lo cual se vendía el papel especial y el tabaco suelto.

Los repartidores de leche, carne, pescado, pan, verduras, hielo (las heladeras funcionaban con barras de hielo), los helados Laponia, el afilador…los “turcos” mercachifles que con sus canastos anunciaban por los barrios que vendían “baratu beines y beinetas” quedaron en el pasado…

Las “masitas” tenían en marcas, especialmente, su mejor representación: Canale, y sus bizcochitos (que los médicos recetaban cuando estábamos enfermos…), Terrabusi y Bagley: Tentaciones, Manón, Colegiales, Bu Bu….

La dieta fue variando y hoy por razones diversas, el tradicional asadito ha ido perdiendo su lugar de privilegio y se consume menos, como las estadísticas lo indican: en Argentina el consumo de carne bovina anual se encuentra actualmente en torno a los 57,5 kilos por habitante, mucho menos que hace 30 años. Este último dato relegó al país al segundo lugar, por debajo de Uruguay luego de un siglo de mantenerse como el líder en consumo de carne.

La baja de la ingesta de carne tuvo como consecuencia el incremento de un sustituto y la mesa de los argentinos incorporó una mayor cantidad de productos de origen aviar. En los ‘90, un residente de este país comía unos 12 kilos de pollo al año. Actualmente, con un alza del 175%, esa cantidad subió a 33 kilos

En los vinos, de los 65 litros promedio que se registraban por habitante al año hace 40 años, se redujo notablemente y el vino común de mesa ha dado paso a un mayor consumo de los vinos varietales, caracterizados por una mayor calidad.

En cuanto a las gaseosas, la aceptación creció 85% desde la década del ‘80, cuando una persona consumía unos 44 litros al año. Ahora, la marca promedia los 81 litros, aunque se encuentra estancada. y la diversificación de la oferta en variedades de aguas saborizadas ha crecido.

Hasta la forma de consumir lácteos cambió: hace 20 años, pocos tomaban más de 4 litros anuales de yogur. En 2009, se contabilizaron 12 litros. En cambio, se toma menos leche. En los ‘90 sumaban 229 litros anuales por habitante y a principios de esta década se redujeron a 182.

Ni las golosinas quedaron al margen de los cambios y de aquellos chicles Adams a los Bazooka, del globito y los caramelos MuMu a hoy, lo light se ha impuesto y barritas de cereal, alfajores de arroz y similares, suplieron de a poco al chocolate relleno pletórico de calorías…

Si repasamos marcas varias de diversos productos, que se consumían comúnmente, tendremos más en evidencia cómo cambiaron los tiempos. En una rápida enunciación podemos recordar por ejemplo:

El Pernod ( una marca de anís francés), Bidú, Bilz, Canada Dry, Cunnigton, Gini, Mirinda, Pindy , Pomelo Neuss, Pomona, Refres Cola, Spur Cola, Chinato Garda; Dulce de leche suelto, Chocolatada La Vascongada, el Fiambrín, Jamón del diablo (con llavecita para abrir); jugos Delifrú , Tri Naranjus y Minerva; aceites La Malagueña, La Patrona, Único, Ybarra, 7 días; Ovomaltina, Fideos Letizia, Flan Ravana, Vascolet; vinos Arizu, Cavic, Pangaro, Ripober, Talacasto, Uvita, Zumuva; Helados Macri, Instantix, Kero, Polvo Royal; Ponche Capitán de Castilla, Productos Armour, CAP, La Negra; Yerba Salus; Zucoa …y cuántos más!

Ni mejor ni peor…otra cosa……diferentes……sin TV, PC, ni celular ni play station,

para aquellos vecinos tener una Spika o una Noblex Carina (con los revolucionarios transistores!) era casi un lujo…

Una imagen simple de esta mutación social lo muestra el paso del cine, al video VHS y al DVD y ahora al 3D, todo en casa, casi con miedo al afuera, construyendo así una sociedad de individualistas…pero ya no hay marcha atrás. Nos queda mejorar lo que viene…si podemos…

Daniel Eduardo Pérez