jueves, 27 de noviembre de 2014

LA TRÁGICA INUNDACIÓN EN EL TANDIL DE 1951


CRÓNICA DE UNA TRAGEDIA
La gran inundación de 1951

Existen en las historias de los pueblos, momentos que quedan en la memoria colectiva grabados a fuego o como en este caso a agua y que dejan a la posteridad recuerdos no siempre gratos, porque significaron tragedias que afectaron vidas y bienes de manera cruel.
En Tandil, una de estas historias-tragedia fue la ocurrida el 27 de noviembre de 1951. Había amanecido como un día esplendoroso y soleado que trajo una mañana de esas que ya marcaban la proximidad del verano, para alegría de muchos, en especial de los niños y jóvenes que veían cerca las vacaciones, dado que ya muchas escuelas ese mismo día concretaban el acto de fin de curso.
Hacia el mediodía unas nubes muy oscuras comenzaron a poblar el cielo hasta entonces totalmente celeste y en algunas sobremesas largas de aquel momento, se comentaba la posibilidad que se arruinara la tarde con alguna tormenta imprevista para los ojos del común.
Como televisión todavía no había-eran los días de las primeras emisiones fundacionales en el país-las familias tenían habitualmente las viejas radios encendidas en la sintonía de   Belgrano, Libertad, Splendid o alguna otra que emitían programas familiares y algunos informativos.
Rápidamente el cielo se oscureció totalmente y una fortísima lluvia, que había sido precedida por una granizada impropia e inesperada para un día como el que hasta minutos había sido, se desplomó sobre la ciudad impiadosamente luego que se escucharan truenos y un extraño sonido que provenía de lejos.
Las calles- muchas de ellas de tierra sobre todo en la entonces zona periférica-se llenaron de agua al igual que los patios de las casas y aparecieron goteras inesperadas por el taponamiento de los desagües por el granizo abundante y de gran tamaño.
Nada hacía prever que algo mucho más grave ya estaba ocurriendo y que recién se supo a través de los comentarios al día siguiente y en los días sucesivos. Mientras lo descripto sucedía en la zona urbana de la ciudad, desde las sierras- especialmente de Las Ánimas y San Luis, hacia la Cascada , donde se había abatido una verdadera tromba de agua helada-una masa imponente se desplazaba a inusitada velocidad buscando los niveles más bajos y tomando como lugar de escape los cauces de los arroyuelos que nacían en sus faldas y que en segundos se transformaron casi en caudalosos  riachuelos que se abalanzaron sin piedad sobre todo lo que encontraron a su paso.
El arroyo del Fuerte, más conocido por la época como arroyo Gardey o Langueyú ( mal denominado porque éste es el que nace de la confluencia del Blanco y del Fuerte, aunque popularmente así se lo llamaba) y el Blanco- hoy ambos entubados en sus tramos urbanos-recibieron en sus modestos cauces, volúmenes nunca vistos de agua que arrasaron con puentecitos, pequeñas construcciones cerca de sus orillas, hasta desbordar en un abrir y cerrar de ojos y extender a derecha e izquierda de sus márgenes la masa de agua y barro que tomó de sorpresa a quienes vivían en las inmediaciones y fueron los primeros en sufrir el fenómeno que todavía el resto de la población desconocía.
El boca a boca y los relativamente escasos teléfonos comenzaron a divulgar la trágica novedad- la radio local no existía-imponiendo de la gravedad  de la circunstancia en la que, con el correr de las horas, se advertía la desesperación y los rumores ampliados de víctimas numerosas provocadas por la rapidez, la violencia y la sorpresa del episodio.
Nadie sabía bien a ciencia cierta, a la media tarde de ese aciago día, qué había pasado y hasta dónde llegaba el efecto desastroso. Los flamantes bomberos- ese año se había inaugurado el Destacamento-tuvieron un bautismo duro y acompañados por soldados de la Base Aérea y del Regimiento, comenzaron a desplegarse en ayuda de los vecinos que habían quedado atrapados en los techos de sus viviendas, aferrados a algún árbol o en situaciones de peligro.
Al atardecer, el agua helada que se había desplomado sobre Tandil corría sin tregua inundando los barrios que atravesaban los arroyos mencionados  y las versiones de numerosas víctimas eran ya confirmadas hacia la noche, cuando aún todavía quedaban muchas familias sin evacuar y se podían escuchar los gritos de pedidos de auxilio que congelaban la sangre del más guapo.
Fulano no aparece, Mengano murió mientras trataba de salvar algunas cosas de su casa y el agua lo arrastró, al hijo de Zutano el agua lo llevó y no pueden encontrar su cuerpo...Tandil estaba sacudido por el pánico, pero no paralizado, sino en plena actividad de rescate y adaptación a una situación nunca vivida antes.
Algunos curiosos peregrinaron hasta las cercanías de zonas como la avenida Avellaneda, donde el agua llegaba hasta las partes más altas, pasando 9 de Julio y convirtiendo a la misma en un lago que se extendía hasta más allá de Santamarina o hasta avenida Marconi, en las proximidades de la Escuela Nº 5 y del Hogar de Varones, donde la situación era parecida, o hacia la actual zona de la escuela Nº 7 donde todo estaba bajo agua.
Quienes vivieron como testigos o víctimas aquella jornada no pueden olvidar las numerosas versiones y las escenas de terror, así como de impotencia, surgidas ante la tromba que se había desatado y cuyos efectos además de los ya citados, afectaron, no por los desbordes sino por la falta de desagües, aún la zona céntrica, donde comercios conocidos como Casa Galver (hoy Norte), Mi Tienda, Adúriz (hoy Frávega), Casa Gala, Bazar ABC y otros, se anegaron.
La noche cayó implacable y con ella la angustia de centenares de tandilenses afectados y de Tandil todo por el conocimiento fehaciente de las víctimas que se había cobrado la inundación, sin que por ello menguaran las tareas perseverantes y solidarias de quienes aportaron su ayuda para aliviar la situación crítica.
El día siguiente amaneció resplandeciente y como si nada hubiera pasado. Centenares de tandilenses se acercaron a los lugares afectados para comprobar con sus propios ojos el desastre de agua, barro y resaca donde se mezclaban heladeras con mesas, sillas, elementos domésticos y botellas, flotando en lo que quedaba sin desagotar, observando las marcas de más de tres metros de altura que el aluvión había dejado en las viviendas en donde el agua ya había bajado.
Era la hora del recogimiento, del silencio y la solidaridad y también la de pensar en el
futuro para salvar situaciones similares que pudieran producirse.
Fallecieron en la oportunidad: Manuel Elizondo, de 37 años; Leonardo Arocha, de 53 ; Héctor Arocha, de 7; Carmela Romeo de Nacarello, de 37; Metta Christensen de Petersen, de 67; Mercedes García de Gorostidi, de 27; Elena Beatriz Ojeda, de 11; Raúl Alberto Ramil, de 2; Héctor Oscar Failache, 8 meses; Santiago Sachetti, de 70; Carlos Perri, de 8 .
Once muertos y un desaparecido, A. Pantusa, de 37 años, cuyo cadáver sería encontrado el 3 de diciembre, fue el saldo de las vidas perdidas. Las casas de sepelios de Sánchez y de Alessi y Manna inmediatamente brindaron gratuitamente sus servicios y la Municipalidad, además de disponer los decretos de duelo, ofreció el Salón Blanco para el velatorio final, desde donde partió luego el cortejo hacia el Cementerio Municipal acompañado por una multitud todavía anonadada por la tragedia y que dejó para Tandil uno de los recuerdos más dolorosos de su historia.
La vida continuaba y las necesidades también, por lo que fueron numerosas las personas e instituciones que brindaron su colaboración para los días siguientes en aras de restaurar en parte lo perdido. Así  podemos señalar que donaron un jornal el Hotel Continental, de Moroder, Escorihuela y la tienda Los Cracks; el Club Sportivo Tandil organizó una colecta; el Club Hípico ofreció comida; la Escuela Fábrica Nº 17 (actual Felipe Senillosa) el local para alojar evacuados, al igual que el Banco Provincia, mientras que la Sociedad Italiana donó $ 500 y el gobierno provincial dispuso el envío de $ 1.000.000.
Los vecinos y sus autoridades comenzaron de inmediato a pensar en la manera de prever y evitar la repetición de aquel 27 de noviembre y así surgió la integración de una Comisión de Defensa Contra las Inundaciones, presidida por el Ing. Ignacio Maquieira Goñi, con la colaboración en las secretarías, de los Dres. Jorge F. Christensen y Juan Manuel Ortiz, la que se abocó de inmediato a evaluar las pérdidas y las necesidades, formando subcomisiones barriales para concretar la ayuda indispensable al vecindario afectado; comisión que pese a los cambios políticos que se sucedieron, con la intervención de la Dirección de Hidráulica de la Provincia, culminó con la concreción del proyecto y posterior obra del Dique del Fuerte, cuya construcción comenzó en 1956 siendo inaugurado el 19 de enero de 1962, con la presencia del Presidente de la Nación Dr. Arturo Frondizi y que hoy, junto al espejo de agua respectivo, constituye una de las obras públicas más importantes hechas en Tandil, que además se convirtió en un atractivo turístico,  no sin antes recordar al Manantial de Gardey y sus adyacencias, predecesores del actual paseo mencionado y que reflejamos en el capítulo anterior


Daniel Eduardo Pérez

sábado, 15 de noviembre de 2014

NACIMIENTO DE LOS PRINCIPALES GREMIOS EN EL TANDIL



LOS GREMIOS EN EL TANDIL
Breves referencias históricas

En esta nota  luego de una breve introducción general, haremos una breve referencia histórica al origen de los gremios más antiguos y destacados del Tandil, con la ineludible limitación del espacio.
En la Argentina
En nuestro país el desarrollo del sindicalismo fue tardío, como lo fue el desarrollo industrial, en el contexto de un país esencialmente agropecuario.
Los nacientes sindicatos fueron  agrupaciones de tipo gremial, producto de la aparición de la incipiente industria, de la llegada de inmigrantes y el tendido de redes ferroviarias. Los primeros fueron dirigidos principalmente por extranjeros, y transcurrieron su existencia en la clandestinidad, sustentados por ideas anarcosindicalistas y comunistas, traídas por esos inmigrantes.
En 1857 se creó la primera organización obrera: “La Sociedad Tipográfica Bonaerense”, con carácter de tipo mutual, pero la primera que surge para defender los intereses más generales de los obreros, como un verdadero sindicato, fue la “Unión Tipográfica” en 1871, en la cual ocupó  cargos directivos importantes Rafael Pites, quien se desempeñó como periodista en Tandil al frente de varias publicaciones.
En 1881 nacieron dos nuevas agrupaciones gremiales: la “Unión de Obreros Panaderos” y la “Sociedad de Obreros Molineros” y un año más tarde surgió la “Unión Oficiales Yeseros”, en tanto en 1883 apareció la “Sociedad de Obreros Tapiceros y la de “Mayorales y Cocheros Tranways” y en 1887, nació “La Fraternidad”, que agrupó a los maquinistas y fogoneros de los ferrocarriles.
La diversidad ideológica de los sectores obreros, impidió la unificación de la organización, y debilitó con ello, la fuerza de los sindicatos. En 1890, con ideas socialistas surgió la “Federación Obrera Argentina” (FOA) pero, simultáneamente, con ideas anarquistas y socialistas nació la “Unión General de Trabajadores” (UGT), en tanto el grupo anarquista de tendencias más violentas y revolucionarias fundó en 1901 la “FORA” (Federación Obrera Regional Argentina).
En 1919   se creó la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y como representante argentino, el presidente Yrigoyen envió a un miembro de La Fraternidad, más allegado a su gobierno que los que integraban la FORA.
En 1922 ya hay un giro hacia la legalidad, cuando la asociación obrera  Unión Ferroviaria” obtuvo la personería gremial dos años después y en 1926, junto a  “la Fraternidad”, formaron la Confederación Obrera Argentina.
Así nació la idea de la creación de una organización fuerte y única, la Confederación General del Trabajo, CGT, surgida de un plenario llevado a cabo ese año, en el mes de septiembre, entre la Unión Sindical Argentina y la Confederación Obrera Argentina, representando en esa época a alrededor de 200.000 obreros de distintas ramas de actividades. Sus estatutos fueron aprobados en 1936 y en 1943, al crearse la Secretaría de Trabajo y Previsión Social, su acción e importancia creció notablemente.
TANDIL
La relativa escasa documentación en torno a diversos aspectos de la actividad sindical desarrollada en Tandil desde hace más de un siglo, no facilita reconstruir un panorama completo de tan prolongado período.
Antes de 1900 comenzaron a exteriorizarse las primeras manifestaciones sindicales en Tandil. La llegada de inmigrantes, especialmente los que  trabajaban en las canteras, portadores la mayoría de ideas “revolucionarias”, fue haciendo germinar los primeros intentos de lucha. Simultáneamente, se extendía a Tandil el deseo de agruparse gremialmente de los maquinistas ferroviarios, quienes poco después constituían aquí su filial de La Fraternidad.
En los años que siguieron, en  1902 y 1906, surgieron formalmente los gremios de los empleados de comercio y el de los canteristas, respectivamente.
El Centro de Empleados de Comercio fue fundado el 1 de Julio de 1902.
Sus jóvenes fundadores que aspiraban a mejores condiciones de trabajo, comenzaron por luchar solidariamente, entre ellos Pío Juan Dionisio Proverbio (1877-1947), que fue elegido presidente de la Comisión Fundadora y Ambrosio Coira, su tesorero, de escrupulosa administración, curador de los bienes que quedaron tras el fallido ensayo inicial que duró dos años. Los acompañaron Faustino Pazos como vicepresidente, Dámaso Rodríguez como secretario; y Benigno López, José Thalp, Lino Martínez, Ernesto Briera y Luciano Sabatté, en otros cargos.
La segunda fundación
Después de algunos inconvenientes, el Centro sufrió un impasse, pero el 22 de mayo de 1904 se recreó la organización, con el nombre de Sociedad Empleados de Comercio de Tandil, en una asamblea a la que asistieron 66 empleados de distintos comercios de Tandil.
Su primera Comisión Directiva fue presidida por Juan Gutiérrez, acompañado por Ángel Machado, Dámaso Rodríguez, Teodoro Álvarez y Adrián González en los principales cargos. Ellos fueron los que afianzaron los pasos iniciales, centrando la lucha especialmente en la aplicación del descanso dominical (resistido por los patrones) y por supuesto, en la duración de la jornada de trabajo que requirió largas negociaciones.
Durante los siguientes cuarenta años la Sociedad luchó incansablemente por los derechos de sus afiliados. En 1946 se adhirieron a la Confederación General de Empleados de Comercio, época en que Borlenghi era el mandamás y ministro de Perón, que había estado en Tandil en 1938, 1939 y ya funcionario, en 1945, hablando en un acto en el club Ramón Santamarina.
De 1940 a 1944  la entidad fue presidida por Francisco Arozarena acompañado de  dirigentes tandilenses reconocidos y luego por dos hombres de militancia radical: Bautista A. Roberti, como presidente y Félix Nabarrot, como secretario.
Hacia fines de la II Guerra Mundial, la duración de la jornada de trabajo, el descanso dominical y el “sábado inglés” habían quedado incorporados ya en forma inamovible y hasta el pago de las vacaciones anuales era aceptado sin inconvenientes al igual que las normas de la Ley que regulaba el trabajo de mujeres y de menores.
Desde 1948 hasta 1955, la conducción estuvo marcada por la figura dominante de Santiago H. Ithurrart, que había ingresado en la comisión en 1942, e imprimió al accionar de la Sociedad una activa presencia en la vida gremial tandilense. En 1950 concretaron el anhelo del local propio y adquirieron una propiedad en Alem 560, la que luego fue reformada.
En 1955, días después de producida la Revolución Libertadora, una asamblea dispuso la autointervención y designó a Camilo Fava y luego a Filiberto Satti, como interventores hasta que el Tte. Puig se hizo cargo de la misma.
Finalmente, el 24 de septiembre de 1956, se efectuaron las elecciones gremiales-la primera desde la Revolución Libertadora- para elegir la nueva comisión directiva, resultando electo como Secretario General Jorge Rotonda, quien tuvo como objetivo primordial buscar “la mejor manera de organizar al SEC…”.
Le sucedieron en 1957, Héctor Lenzi; en 1959, Rino Rubianco; en 1960, W. Montero y J Solimanto; en 1961, R. Corsini y luego Eduardo Calvo, reelecto varias veces al frente de la SEC.
Entre los años 1967-1978, hay un vacío documental que dificulta la reconstrucción de esa etapa, la que parece cerrarse en 1978, cuando una nueva comisión se hizo cargo de la Sociedad, al ordenar la  intervención  la Confederación General de Empleados de Comercio, a pedido expreso del entonces secretario general Eduardo Calvo, quien informó que la filial se encontraba en un estado de acefalía  y  requería la designación de un delegado normalizador designación que recayó  en Leopoldo Arias y en Marcelino Mansilla, entre 1978 y 1983.
Con el retorno a la democracia en 1983, la Sociedad se planteó otros objetivos de mayor envergadura, Así se generaron diferentes medidas tendientes a favorecer el estrechamiento del vínculo con los afiliados, logrando la reorganización de la biblioteca, el descuento en medicamentos, servicio de peluquería, clases de gimnasia gratuitas, servicio de odontología, la construcción de la Guardería Osito Blanco, etc., acciones que sirvieron para que los empleados de comercio y sus familias se sintieran más cerca de su sindicato.
El 20 de noviembre de 1984 se realizaron nuevas elecciones, resultando ganadora la lista que llevaba al frente a Horacio Ivorra, quien fue reelecto en sucesivos periodos. Su activa y extensa gestión fue desarrollada en casi todas las actividades desde la Mutual de Empleados de Comercio de Tandil.
Tras el fallecimiento de Ivorra, en 2000, los destinos del Sindicato, en esos años de incertidumbre para la Argentina, quedó en manos de Cecilia Bagessen de di Tada, quien con mucho esfuerzo, pudo mantener la organización en esos difíciles momentos y afrontó la tarea de empezar a enmendar desajustes que se habían producido durante los años ’90.
El 22 de septiembre de 2006, las elecciones dieron el triunfo a la lista encabezada por Hugo Mouhapé, quien acompañado por un grupo de jóvenes, inyectó una dosis de bríos propio de la sangre nueva.
El cambio de denominación de Sociedad de Empleados de Comercio por Sindicato de Empleados de Comercio de Tandil, nació de una concepción arraigada en los directivos,  que aprobó la Asamblea Extraordinaria del 15 de diciembre del 2006. Desde entonces la conducción puso el acento en la capacitación y la ayuda social, inaugurando en 2008 su Casa de la Cultura, que  pueden disfrutar quienes trabajan en los más de 5000 comercios de Tandil.
La Comisión Directiva 2010 – 2014 la integran: Secretario General  Hugo Luis Mouhapé, Sub Secretario Adjunto Claudio A. Rosso., Secretario de Asuntos Laborales Darío H. Arias., Secretaria de Finanzas y Administración Nancy Clementi,,Secretaria de Acción Social Lorena Bruni, Juan Carlos Bertolín,
Secretaria de Cultura y Difusión Eglez Montero, Secretaria de Deportes, Turismo y Recreación Fernando Rezola.
PICAPEDREROS
Las condiciones de trabajo que se registraban en las numerosas canteras que funcionaban en el Tandil alrededor del año 1900, hacían difícil la vida a los trabajadores de la piedra, que sumaban  ya millares.
Cerro Leones, al igual que  Villa Laza, nucleaba a la mayoría de los obreros de esa industria, donde el personal percibía sus magros haberes en forma de "plecas", con las que adquirían mercaderías en negocios de la misma compañía, todo lo cual fue haciendo germinar la idea de nuclearse en un sindicato que defendiera sus intereses, sus fuentes de trabajo, y a la vez, al que pudieran recurrir en procura de ayuda los que quedaran desocupados. En la historia gremial tandilense, fueron los trabajadores canteristas quienes llevaron adelante la lucha más ardua, más violenta y que más sacrificios exigió.
De acuerdo a lo relatado por el colega Hugo Nario, en 1906 se creó la Sociedad Unión Obrera de las Canteras de Tandil, con 536 afiliados. El mentor de aquella movida fue  el carpintero Luis Nelli, un anarquista italiano que llegó a esos pagos para construir casillas para el campamento de los obreros.
El 30 de septiembre de 1906 se realizó una reunión preparatoria para la Asamblea General Constitutiva con los picapedreros, herreros, barrenistas y peones de Cerro Leones. De ella surgió una comisión provisoria presidida por Nelli y por su secretario el picapedrero Roberto Pascucci. El sindicato de las canteras logró constituirse el 6 de octubre de 1906 y fue uno de los que más influyó sobre la clase trabajadora del Tandil de aquellos tiempos.
El objetivo de esta sociedad quedó expresado en el artículo 1° de su reglamento “el móvil de esta sociedad tiene por objeto defender los intereses de sus asociados y proporcionarles por cuantos medios estén a su alcance y cuando se necesario recabar leyes que mejoren la actual situación de los trabajadores de las canteras”

El sindicato de las Canteras fue aguerrido y disciplinado, pero no echó mano a la violencia casi nunca, salvo para contestar represiones y solo hubo derramamientos de sangre en luchas internas o por cuestiones ideológicas. En cambio, varios de sus miembros fueron víctimas de la represión, con trabajadores baleados, presos, amenazados de ser deportados y hasta en algunos casos muertos.                                                                                                              
Quedó fundada así la Unión Obrera de las Canteras, que en la Asamblea realizada en Villa Laza elegió su primera comisión directiva, que quedó así constituida: Presidente, Luis R. Nelli; secretario general, Roberto Pascucci; tesorero, Cosme Stiglich; vocales: Juan Spinardi, Vicente Palacios, Francisco Bilbao, Andrea Maronich, Matea Guedas, Humberto Satti, Antonio Luzzardi, Luis Mangioni, Lorenzo Mollard, Zacarías Rizzardi, Mateo Galván y Gaetano Banicelli.

Las reuniones se efectuaban en principio, en las sierras o terrenos prestados y debían cambiarse permanentemente para evitar la persecución policial.
En oportunidad de cada paro y cuando se celebraba el primero de mayo columnas de obreros de la decena de canteras, se formaban en el “puente del Azul”, para marchar hacia el centro de la ciudad, avalando sus peticiones. Se recuerdan manifestaciones de cuatro o cinco mil hombres, en el momento más difícil. El gremio tuvo en su historia hombres que gravitaron mucho entre los afiliados como Roberto Pascucci y años después Bogdan Vucomanovich.
En 1907 ingresaron a la FORA (Federación Obrera de la República Argentina), y en octubre de 1908 lanzaron la primera gran huelga. Entre otras reivindicaciones exigían: el reconocimiento del Sindicato y que las empresas dieran trabajo únicamente a los obreros organizados, pago de remuneración con moneda argentina en lugar de plecas, reducción de la jornada de trabajo a 9 horas en verano y 8 en invierno, descanso dominical y libertad de comer y dormir donde se quisiera. Esa lucha duró once meses y se la conoció como la Huelga Grande que culminó en setiembre de 1909 con la obtención de todos los puntos solicitados. En su transcurso hubo episodios de violencia, actos organizados por socialistas y anarquistas, en los que participaron oradores  foráneos y hasta dirigentes nacionales de la UGT (Unión General de Trabajadores) para interceder en el conflicto que terminaron presos.
A partir de ese momento se intensificaron las acciones y la historia se fue nutriendo de hechos heroicos que dan la pauta de lo duro que fue el camino de las conquistas.
La prolongación de la huelga dificultaba el aprovisionamiento de adoquines a Buenos Aires, principal destino, y finalmente las empresas tuvieron que ceder y aceptar las condiciones. Una de ella fue cesantear a los obreros que habían trabajado durante el conflicto, y aceptó contratar solamente a los que pertenecieran a la Sociedad Obrera. El triunfo de los picapedreros en esta huelga los transformó "de sometidos casi esclavos en los obreros mejor pagos de la Argentina y sus luchadores sindicales los más prestigiosos", al decir de Nario en su libro "Los Picapedreros".

En los años de más intensa actividad de las canteras, el gremio  llegó a tener casi seis mil afiliados, número que fue decreciendo paulatinamente luego de la crisis del 30, y después que los buenos convenios obtenidos hasta  1944 fueron decreciendo, lo que provocó una “estampida”, especialmente de los obreros especializados. La mecanización terminó por llevar al sindicato a los pocos afiliados con que cuenta hoy día.
La producción más alta de toda su historia se registró en 1913: 410.087 tn con unos 2500 trabajadores ocupados. En ese año fue construido el salón de la Unión Obrera de las Canteras en Villa Laza, que fuera alquilado en su momento a Metalúrgica Tandil
Hacia 1930 se comenzó a utilizar hormigón y concreto asfáltico para la pavimentación urbana, declinando la demanda de adoquines, cordones y granitullo de piedra. La producción se volcó a la piedra triturada y las canteras debieron despedir gente y muchos empresarios quebraron, emigrando buena cantidad de operarios a Mar del Plata a trabajar en las canteras de piedra blanca.
En 1954 pasó a ser una seccional de la Asociación Obrera Minera Argentina-AOMA, aprobada por la asamblea que designó a los afiliados Núñez, Bisogni, Bravo, Conforti y Cadona como Comisión Administrativa.
Hoy en día continúa la actividad en algunas canteras de Tandil, aunque ya no de la manera artesanal de las primeras épocas.
Por otra parte la mecanización y la reciente Ley de paisaje protegido han dejado muy menguada la actividad canteril tandilense, por lo que el otrora numeroso y combativo gremio hoy ha quedado reducido a una mínima expresión.
En 1962 una comisión encabezada por Celestino Ghezzi concretó la construcción de la actual sede social. Apellidos tradicionales de la actividad pasaron por las comisiones directivas hasta el día de hoy en que es Secretario General  Rubén Marcelo Marcovich.

Bibliografía principal consultada: Nario, Hugo: “Los picapedreros”.Ed.del Manantial, Tandil, 1997. “90 en el 92”, publicación de SEC, Tandil, 1992.

LOS FERROVIARIOS
El nacimiento del gremio ferroviario en el país, marca un momento fundamental en la historia sindical. A instancias de delegados de asociaciones obreristas de Estados Unidos, que visitaron el país en 1887, comenzó a gestarse en Buenos Aires la constitución de La Fraternidad, que agruparía a los maquinistas del entonces Ferrocarril de la Provincia de Buenos Aires. El 20 de mayo de ese año, la agrupación nacía en una asamblea de escasos trabajadores del riel, que debieron vencer muchas resistencias para ir atrayendo al gremio a los restantes maquinistas y el 19 de enero de 1889, La Fraternidad contaba con 157 asociados y entre sus fundadores, había dos tandilenses: Juan Malacalza y Santiago Henry.
La actuación de los nombrados nucleó a los maquinistas que aquí se desempeñaban, en base al Estatuto que había confeccionado el Ing. Carlos Echagüe. Varios objetivos contenía el mismo para el gremio: propender al mejoramiento de sus condiciones de vida, difundir conocimientos técnicos entre los compañeros y hasta fomentar los hábitos de economía entre los socios, mediante la creación de cajas de ahorro. También se especificaba, claramente, la exclusión de cuestiones políticas o religiosas en sus debates.
La Fraternidad, en definitiva, fue la primera entidad gremial de alcance nacional, ya que hacia fines del siglo XIX la extensión de las distintas líneas férreas llegaba a casi 6.000 km. en todo el país. En cada localidad donde existía un galpón de locomotoras, la organización contaba con una seccional, la que  se regía por una Comisión Ejecutiva nombrada por los socios y legalizada por la Comisión Directiva.
Por poseer galpón de máquinas, Tandil-adonde el ferrocarril llegó en 1883- constituyó su seccional propia con un considerable número de socios y fue cabeza de zona de las delegaciones cercanas. La fecha exacta de apertura no se conoce, pero las primeras actas datan del 24 de enero de 1908.
Asimismo Tandil fue, además, una de las primeras seccíonales en todo el país que construyó su sede social: en 1923, conjuntamente con la Unión Ferroviaria, que nucleaba al resto de los trabajadores ferroviarios, la concretó con el nombre de Confraternidad Ferroviaria, en 4 de Abril 1371,  cobijando a ambos gremios del riel y proporcionando un lugar emblemático que, como teatro, fue recuperado recientemente.
Son  numerosos los dirigentes de La Fraternidad que merecen destacarse por su acción en tan prolongada trayectoria: Gregorio Bruno, Ángel La Banca, Enrique Colombo, Casildo Araya, Juan Albornoz, entre otros…
Por su parte, “la Unión Ferroviaria, constituyó el sindicato más poderoso del país logrando consolidar una red de seccionales a lo largo del territorio organizada a través de una rígida estructura centralizada entre la dirección nacional y las distintas comisiones locales”,  señala Hugo Mengascini.
A comienzos de 1940, en Tandil, La Fraternidad contaba con 115 socios activos y 29 jubilados, mientras que la Unión Ferroviaria tenía 600 socios. Con un componente predominantemente socialista, ambas entidades gremiales experimentaron, a partir de la llegada de Perón al poder, conflictos y cambios que se manifestaron  tanto en la relación de los sindicatos con el Estado como en el interior de las organizaciones ferroviarias.
Después del golpe militar del 4 de junio, la CGT había sido disuelta y La Fraternidad y la Unión Ferroviaria  intervenidas y si bien  se opusieron a los interventores, la opinión se tornó favorable cuando asumió la intervención el Cnel. Mercante, hijo de maquinista, lo que hizo que muchos trabajadores y dirigentes se vieran identificados. Al mismo tiempo, se dejaba fuera de la ley a los sindicatos controlados por los comunistas que estaban concentrados entre los trabajadores industriales, siendo encarcelados algunos dirigentes-señala Mengascini.
En 1944, los sindicatos ferroviarios elevaron una proclama en la que se expresaba que “Hemos participado y contribuido, en cumplimiento de un alto deber moral y hermanados en un ideal superior concordante en un todo con los sublimes postulados de la revolución del 4 de junio de 1943, con todo desinterés y patriotismo, para asesorar a la intervención en busca de los beneficios” 
En Tandil,  los trabajadores ferroviarios también brindaron su apoyo  a Perón, lo que se refleja en un comunicado de las actas de comisión ejecutiva de La Fraternidad que afirmaba que “...se da curso correspondiente a Circular Especial Nº 3 la cual menciona que en homenaje al coronel J. Perón se debe de parar el sábado desde las 12 horas hasta las 13,30 horas...”
Sin embargo en 1945, resurgió el malestar político y la comisión ejecutiva de La Fraternidad- Tandil solicitó a la comisión directiva nacional la convocatoria de un congreso mixto de seccionales; ambas entidades comunicaron una resolución, a través de la prensa local manifestando que “Hace más de dos años que el país vive en una anormalidad institucional por el golpe revolucionario del 4 de junio de 1943, desde cuya fecha las libertades individuales, de prensa, de reunión y asociación y demás que acuerdan nuestra magna Constitución Nacional han sido cercenadas por decretos del gobierno Revolucionario. No es posible que la clase trabajadora organizada esté en la pasividad mientras el resto de las fuerzas democráticas y amantes de la libertad y justicia social, piden la vuelta a las normas constitucionales…” por ello la Unión Ferroviaria y La Fraternidad, reunidas en Asamblea Mixta, resolvieron acciones conjuntas. Hasta 1951 se vivió así una ola de huelgas y conflictos, entre ellas estaban la de los ferroviarios y Tandil no fue ajeno al movimiento huelguístico, la dura posición antiperonista de La Fraternidad culminó con la gran huelga de 1951 y su posterior intervención.
La Unión Ferroviaria, por su parte,  es el principal sindicato en el que están nucleados los trabajadores ferroviarios argentinos. Fue fundada el 6 de octubre de 1922, como unión de los gremios de Talleres y de Tráfico ferroviario. Desde su fundación formó junto con el sindicato de maquinistas, La Fraternidad, la Confederación Ferroviaria, que sería el sindicato de rama modelo en la Argentina, y pilar del movimiento obrero hasta mediados de ladécada del ‘40, cuando comenzó a ser reemplazada en su liderazgo por la Unión Obrera Metalúrgica (UOM).
La Unión Ferroviaria junto con La Fraternidad constituyeron, por muchos años, el núcleo de la Confederación Obrera Argentina (COA), primero, y de la Confederación General del Trabajo (CGT), después, tras su fundación en1930. La  cobertura médico asistencial a los trabajadores del gremio fue una preocupación prioritaria, por lo que en1940, con la creación del Hospital Ferroviario Buenos Aires, se creó la Obra Social Ferroviaria, destinada a ese fin  siendo la primera obra social sindical del país.
La Fraternidad, originada en una mutual, como muchos otros sindicatos, fue el primer sindicato argentino en organizarse nacionalmente-como quedó dicho-, aprovechando la estructura de las empresas ferroviarias; debido a ello, jugó un importante papel ayudando a organizar otros sindicatos.
Las estancias, los ferrocarriles, los frigoríficos, el puerto, los buques, eran las herramientas de la economía de la época y de ellas, los ferrocarriles eran los que  jugaban un papel decisivo que permitía conectar  todo el sistema, el que  estaba principalmente en manos de empresas inglesas, llegando a conformar una de las redes más extensas del mundo.
La primera huelga ferroviaria se realizó en 1888 y se originó a raíz de un accidente que causó la muerte de una persona en la estación San Martín (actual Ferrocarril Gral. B. Mitre.).
Como manifestamos, la salud fue una inquietud muy importante y los Policlínicos  comenzaron a gestarse en 1939 cuando los sindicatos ferroviarios, a nivel nacional, obtenían la autorización de sus afiliados para descontar de sus sueldos una determinada cuota que voluntariamente aportaban los socios de los gremios a esta iniciativa. En 1952, con un significativo respaldo estatal, abrió el Policlínico Ferroviario Central en la ciudad de Buenos Aires con más de 600 camas.
En el ámbito local, el Policlínico Ferroviario  tuvo como gestores a los dirigentes Francisco Saux, José Lebonato y Benjamín Escudero en representación de La Fraternidad, la Unión Ferroviaria y la Sociedad de Socorros Mutuos “La Mutual “, respectivamente. En julio de 1945, la Municipalidad donó $ 5.300, durante la gestión del comisionado Dr. Rozzi, para la adquisición de un terreno constituido por 38 lotes, una manzana, ubicado en Villa Italia donde se levantaría el sanatorio regional. Luego de ocho años de intensos esfuerzos y gestiones, el 31 de octubre de 1953, se llevó a cabo el acto de inauguración del Policlínico regional para ferroviarios con la presencia del gobernador  Aloé, abriendo sus puertas a la comunidad el 16 de noviembre, con 74 trabajadores de la salud.  En 1999, el cierre del Policlínico Central arrastró a todos los centros de salud del resto del país incluido el de Tandil, y así el Policlínico Ferroviario local cerró, privando a la ciudad de un centro de salud muy importante.
Hoy los ferroviarios tandilenses, como gremio, han perdido fuerzas por la lamentable desarticulación de la red ferroviaria  que los afectó casi mortalmente.
Dirigentes como A.Sívori, B. Saux, J.Lebonato y Silverio L. Serrano-que fue el primer intendente municipal de extracción obrera-entre otros, enaltecieron la función gremial de los hombres del riel.
LOS METALÚRGICOS
El .primer intento de los metalúrgicos tandilenses de constituir un sindicato se llevó a cabo en el taller Bariffi durante el año 1936, como resultado de una situación laboral muy mala, de la existencia de un núcleo de trabajadores antiguos y calificados y el activismo comunista.
Era el establecimiento más grande de todos ellos  con 123 obreros y empleados. Lo habían instalado los hermanos italianos poseedores del oficio de “clasificar y fundir hierro", en el año 1918 y su relación con las actividades agrícolas fue estrecha desde el comienzo, las que se intensificaron durante la década del ’30, cuando el encarecimiento de los repuestos de máquinas y herramientas  importados desde Estados Unidos, obligaron a la sustitución por otros, más o menos semejantes, construidos en el país, elaborando asimismo  cocinas y estufas a leña para el alojamiento de los trabajadores rurales, que llegaban a la zona durante la cosecha.
“Los jornales escasos y la modalidad de trabajo a destajo y "la contrata" (consistente en el pago por kilogramo piezas bien fabricadas) durante los meses de mayor actividad. Estas formas que asume el trabajo implican una doble coerción sobre el obrero individual, por un lado para conseguir más intensidad y calidad en el rendimiento, y por otro lado para debilitar sus lazos colectivos.
Un grupo de obreros, entre los más calificados y experimentados,-señala Daniel Dicósimo- se movilizaron entonces en el mes de marzo de 1936 para formar un sindicato con los obreros del taller. La prensa señala como organizadores a José Schiaffino, Inocencio Puntelli, Juan Montepietro, Pedro Papini, Ram Zumpano, Rodolfo Maschio y Francisco Yagüe.  El sindicato constituye para ellos un medio para defenderse de la inestabilidad laboral, que comienza de modo recurrente al agotarse el período de mayor actividad del campo”.
Se constituyó así el Sindicato de Metalúrgicos Mecánicos y afines que hacia el año 1943 quedó reducido a una pequeña y débil cantidad de afiliados, que poco podían hacer ante la desmoralización de los obreros del Taller Bariffi Hnos. y la constante persecución policial.
A mediados de la década del ‘40, el Taller Bariffi se amplió, favorecido por la escasez de importaciones que causaba la Segunda Guerra Mundial, fabricando nuevos productos y con el agregado de más talleres y más trabajadores se transformó en la sociedad anónima Bariffi Industria Metalúrgica Argentina (BIMA). Entre sus productos se siguieron destacando los repuestos para maquinarias agrícolas, las cocinas y estufas, y aparecen  las autopartes. En todos los casos presentaban características de "segundo mejor”,  copias de diseños extranjeros y, aunque no alcanzaban la calidad original, tenían asegurado un buen mercado:
"Constituye uno de los principales renglones, y también  uno de los que pone en evidencia la capacidad técnica de la organización, la fabricación de tapas para block de cilindros adaptables (la cursiva es del autor) a motores de automóviles Ford ( ... ) Miles de automóviles que circulan en nuestro país y otros sudamericanos -se han exportado importantes stocks-  usan ya tapas de cilindro BIMA con resultado muy satisfactorio " –manifiestan los autores Katz y Kosacoff en el suplemento de Nueva Era de 1944.
El agregado de otros talleres a la fundición originaria, como herrería, calderería y niquelado, fue de gran importancia por introducir una división del trabajo más compleja que la anterior,  lo que implicaba  una mayor ocupación de trabajadores en el establecimiento que pasaron de 123 en 1936 a 290 en 1946.
A mediados de la década de 1940, BIMA era la mayor fábrica de Tandil, con sus casi trescientos ocupados, aportando una  importante cifra del empleo del sector, que en 1946 sumaban 450 puestos de trabajo. Por su parte, pese a los cambios, el  ambiente metalúrgico local siguió poblado por una decena de herrerías metálicas y cuchillerías, que abastecían de herramientas, máquinas y repuestos a las actividades agrícolas del partido de Tandil.
En este contexto, el 7 de octubre de 1944, se constituyó la Unión Obrera Metalúrgica en la sede de Yrigoyen y Las Heras, y su primera comisión, provisoria, estuvo integrada por los afiliados: Alfredo Tueso, presidente;, Francisco Bossio, secretario; Inocencio Puntelli, tesorero, Fortunato Maggioni protesdorero y vocales: Carlos Viola, Hugo Palazzo, Julio García y Julio Brunal;  suplentes: Salvador Médico, Martín Nielsen y Nicolás Fabíanich.
A partir de 1946 estuvo al frente del gremio Nicolás Pecchia, actuando como secretario Juan Capellutti, que después pasó a ser secretario general.
La creación de Metalúrgica Tandil, en 1948, incorporó numerosos operarios del ramo, siendo la empresa que más mano de obra ocupó hasta su decaimiento en la década del ‘90, proporcionando un importante grupo de afiliados a la UOM que se fue haciendo el sindicato más poderoso.
Tras la denominada Revolución Libertadora, vino la intervención a cargo del mayor (r.e.) García Prado y luego se mantuvo al frente del gremio Miguel Angel Bardelli, hasta la designación de la siguiente comisión.
La sede propia de Montevideo y Gral. Rodríguez, donde funciona ahora el gremio metalúrgico, fue adquirida el 19 de julio de 1952, siendo secretario general el citado Juan Capellutti.
A fines de 1958 se eligió la nueva Comisión Administrativa, con Miguel Bardelli como secretario general, Juan R. Estanga, secretario adjunto, que era un tornero de Metalúrgica Tandil, de origen peronista, que  reemplazó al comunista Jelusich. En los cinco años posteriores, Estanga desarrolló su carrera política  (llegando a presidir la delegación local de la CGT, la Seccional Tandil de la UOM, y alcanzando una senaduría provincial) y se restableció el vínculo con  el Cuerpo de delegados de Metalúrgica Tandil, ya desplazado Jelusich  que era resistido, incorporándose como Tesorero  Miguel Chiarullo, quien había ingresado a la sección Mecánica y ya ejercía cierto liderazgo entre sus compañeros.
Este núcleo obrero, que en su momento fue  mayoritario en Tandil, fue el gestor de las "62 Organizaciones", de activa militancia entre los sindicatos justicialistas. A Estanga lo sucedió la comisión presidida  por  Miguel Chiarullo como secretario general desde 1967 y hasta el golpe del ’76, siendo secretario adjunto, Héctor R. Turri y secretario administrativo, Miguel E. Rizzi, en cuya gestión levantaron la Clínica Vandor en 1971.
Retornada la democracia, Julio Lester asumió como secretario general en 1984, acompañado de  Oscar Dicósimo como adjunto, hasta 1988 cuando la misma fórmula ganó. Lester renunció en 1990 y asumió Dicósimo hasta finalizar  el mandato en 1992. En esa fecha ganaron las elecciones Walter Martín, Sec. Gral. y Carlos Reyes como adjunto, quienes estuvieron tres periodos: l992-1996, 1996-2000 y 2000-2004. En  2004 asumió como Sec. Gral. Carlos Reyes y Carlos Romano como adjunto; ambos estuvieron dos periodos: 2004-2008 y 2008-2012; finalmente, en 2012, Reyes y Romano se enfrentaron en elecciones ganando Carlos Romano acompañado de Pablo Vallejos como adjunto quienes tienen mandato hasta 2016.

Bibliografía principal consultada: Dicósimo, Daniel: “Más allá de la fábrica”,Bs.As., La Colmena, 2000; Mazzone Nicodemo V.:”Chispas del alma”, Tandil,2013; Mengascini, Hugo: “El Salón de la Confraternidad Ferroviaria”, UNCPBA, 2005; “ Huelgas y conflictos ferroviarios. Los trabajadores de Tandil en la segunda mitad del siglo

DANIEL EDUARDO PÉREZ